Después del fenómeno Carmen Mola, el escritor Jorge Díaz se enfrenta a un reto en solitario con El espía. El autor reflexiona sobre lo que ha supuesto para él el proceso creativo de escribir sin red de apoyo y las diferencias entre hacerlo a varias manos. Describe también en esta charla sus inquietudes literarias más allá del thriller y la distancia que ha decidido tomar frente a las adaptaciones cinematográficas de su obra.
Díaz desvela todos los secretos que conoce, al más puro estilo de un verdadero espía.
El espía es su nueva novela en solitario. Tras el éxito alcanzado como parte del colectivo Carmen Mola, ¿cuáles son sus expectativas personales y profesionales con este lanzamiento?
Carmen Mola, afortunadamente, ha tenido mucha difusión y mucho éxito. Cuando tú sacas una novela de Carmen Mola, sabes que la gente tiene que decidir si le gusta o no, no tienes nada conseguido de antemano. Sin embargo, por lo menos sabes que la gente la va a leer de entrada. Hay un público esperando que decidirá si le gusta o no. Ahora que se acaba ese maravilloso paraguas de Carmen Mola y estoy yo solo, espero que la gente tenga conmigo la misma deferencia que tiene con Carmen Mola de leerla, y después decidir, pero por lo menos de leerla de entrada.
¿Cuáles son las principales diferencias en el proceso creativo entre escribir un thriller de manera coral y hacerlo en solitario?
He echado de menos a mis compañeros, porque son dos escritores magníficos, con mucho talento. Cuando escribes en conjunto, le estás dando vueltas a algo y alguno de tus compañeros, me imagino que a veces seré yo para ellos, salta: “¿Y si hacemos esto?”. Y tú dices: “Es verdad, ¿cómo no se me había ocurrido antes?”. Cuando estás solo no tienes esa red de seguridad que te dan tus compañeros y tienes que pensar tú solo. Además, habíamos quedado en no consultarnos para que Carmen Mola no influenciara el trabajo de los tres. Agustín hace su novela, Antonio hace su novela y yo hago mi novela.
Con una trama formada por personajes inspirados en personas reales, ¿cuál ha sido la mayor dificultad a la hora de integrarlos en un thriller de ficción?
El barón Von Rolland, que es un personaje muy atractivo, tenía un problema desde el punto de vista literario, y es que no tenía final. Es espía en la Primera Guerra Mundial, colabora con los nazis por salvar la vida. Es un personaje sin escrúpulos que traiciona a todo el mundo. Entonces, tras ser apresado por los ingleses, que le acaban soltando finalmente, se viene al España. En febrero de 1949, el mismo día que le dan el pasaporte español, a él se le pierde la pista. No se sabe a dónde fue. Él tenía cincuenta y tantos años, y de esto hace 80. Es de suponer que está muerto o tendría 130 (risas). Y yo intenté investigar y no encontré nada, hice eso que los escritores tenemos la posibilidad de hacer y dije: “Me lo invento”.
¿Le gustaría explorar otros géneros en el futuro o siente que aún hay mucho por decir dentro del thriller?
Yo siempre he escrito thriller y novela. Se le llama novela histórica, aunque yo no estoy de acuerdo con esa novela histórica. Yo creo que escribo novela ambientada en otras épocas. A eso le llaman novela histórica y yo entiendo que novela histórica es cuando te fijas en los protagonistas de la historia. Yo siempre me fijo en las víctimas, en los personajes secundarios... Nunca he pensado en escribir otros géneros. Me encantaría saber escribir novela romántica, pero no sé.
Por otro lado, este próximo octubre se estrenará La red púrpura, la aclamada segunda temporada de La novia gitana, una adaptación cinematográfica de la novela de Carmen Mola. ¿Cómo ha sido la experiencia y qué opina de la acogida que ha tenido la serie?
Sinceramente, yo no le he prestado demasiada atención. No he estado metido, en la primera temporada sí hice dos guiones, pero en la segunda ya no. De hecho, no la he visto. Creo que una novela es un producto y una serie de televisión es otro producto completamente distinto. Hay que dejar libertad a los que van a hacer la adaptación. Si la hiciera yo, a mí me costaría mucho cambiar las cosas. Entonces, pienso que cuando te piden que hagas una adaptación, hay que ser respetuoso con el trabajo, hay que dejar libertad al equipo que la hace: Luego, cuando la estrenen, y si te invitan, ir y poder decir que no te ha gustado (risas). Pero no es el caso, porque no la he visto. Creo que uno debe alejarse y establecer una distancia. Sé que están grabando ahora la tercera, La Nena, y no tengo ni idea.
¿Y con El espía no le han ofrecido algo similar?
Mi agente me ha dicho que había interés, le habían llamado de una productora. Todavía no hay nada. A mí me apetece mucho que se haga, a cualquier escritor, pero mi objetivo no es la adaptación. No considero al libro como el paso previo, considero al libro un fin en sí mismo. Me emociona más otra de las cosas que me ha dicho, que es que han firmado el contrato para la traducción al italiano. Al polaco están interesados, pero aún no está firmado y hay otros cinco países en distintos momentos del proceso interesados. Eso sí que me causa satisfacción, saber que tengo probabilidades de que me traduzcan me emociona. Carmen Mola lleva ya más de veinte traducciones, yo también quiero tener la mía.