Muchos de nosotros, aficionados o no al mundo del motor, hemos acudido en alguna ocasión a contemplar una carrera de coches o motocicletas. Ya fuera antaño a pie de carretera en un rally o peregrinando a Urbasa al reclamo de su mítica subida, como ahora en el cercano Circuito de Los Arcos, las pruebas de velocidad a motor siempre han estado presentes en la geografía navarra y también en la de cualquiera de las provincias vecinas. Sin embargo, el momento presente constituye un salto adelante incuestionable, un avance cualitativo sin precedentes, porque una pista cerrada, permanente y abierta al público y a la celebración de eventos deportivos es en sí todo un acontecimiento.

En primer lugar, porque nos permite disfrutar con toda la seguridad de hoy en día de la conducción deportiva y de la competición sin más riesgos que los inevitables de cualquier circuito moderno, lo que ya de entrada supone un avance en seguridad incuestionable respecto a correr en vías públicas, con la carretera cortada al tráfico en pruebas de rallyes. Los circuitos de velocidad, como se ha demostrado con las numerosas pistas que se han construido en nuestro país en las dos últimas décadas (se pasó de contar con el Jarama y Calafat a disponer de Montmeló, Jerez, Cheste, Albacete, Almería, Ascari, Cartagena, Alcarrás, Motorland en Alcañiz, Maspalomas, Monteblanco y Los Arcos) han permitido tanto un auge de los deportes de motor, con campeones a nivel mundial en las principales disciplinas, como disponer de un espacio que ayude a sacar a los conductores temerarios de la carretera, ya que a partir de ahora cuentan con un lugar en el que dar rienda suelta a sus deseos de emociones fuertes aferrados a un volante o a un manillar, y dejar así libre la vía a quienes solo desean desplazarse por carretera de forma civilizada. Los conductores, a la carretera; y los pilotos, al circuito.

Y allí nos fuimos, pero no solo a contemplar las carreras del mundial de GT1 y del Europeo de GT3, además de la siempre emocionante y competida al máximo Mini Challenge, sino a conocer qué se cuece detrás de la pista, por los boxes, las salas VIP, los talleres de neumáticos, etc.

Lo que nos encontramos fueron otros muchos curiosos contemplando, cámara de fotos en mano y disparando a todo lo que se movía. Mecánicos limpiando, ordenando, apilando, colocando neumáticos y dando los últimos retoques a los coches tras la prueba del sábado; ingenieros trabajando en la informática de los vehículos, comisarios de la Federación Internacional de Automovilismo revisando los bólidos, azafatas que deambulan de un lugar a otro mientras hacen tiempo para salir a pista y ofrecer su mejor sonrisa, además de un buen número de camiones, quads que hacen las veces de medios de transporte, enormes tiendas de campaña en las que los integrantes de las escuderías reponen fuerzas y charlan relajadamente; y un sinfín de gente que va y viene, sin aparente prisa, pero sin perder un solo segundo.

Ellos permanecen allí, cada cual haciendo su trabajo de forma ordenada y meticulosa, ajenos a nuestras miradas, aunque amables y educados ante cualquier solicitación del público, sin importarles que se trate de un fin de semana festivo para nosotros y laboral para ellos. Mucha debe ser la afición, el amor al deporte del motor, para renunciar a tanto, porque además hay que ser muy bueno para estar entre los elegidos por un equipo y formar parte de todo este circo y el dinero, por sí solo, no puede comprarlo todo.

comodidades vip

A todo lujo

Alojados en el exquisito Hospitality VIP de Nissan, gracias a la gentileza de Comercial Arre Motor, el concesionario de la firma ubicado en Arre (Navarra), disfrutamos de todas las comodidades de la sala VIP: gastronómicas, climáticas (bendito aire acondicionado) y visuales -porque desde el tercer piso de la torre de control avistamos la recta de meta y buena parte del trazado de Los Arcos-. Además, y para deleite de los presentes, contamos con la presencia de dos destacados pilotos del Campeonato del Mundo GT1 que corren con el precioso Nissan GTR. El alemán Michael Krumm y el brasileño Enrique Bernoldi nos relataron desde las características de su coche de carreras a las peculiaridades del trazado navarro o las medidas de seguridad que incorporan en sus carreras. Todo un lujo, también impagable.

Tras la explicación, nueva inmersión en el mundo de las carreras, pero ya viendo de cerca la joya de la corona, el precioso Nissan GTR de competición del Mundial de GT1. Contando con las precisas y pormenorizadas explicaciones de unos de los responsables del equipo, pasamos al interior del box, donde los ingenieros dan los últimos retoques a la electrónica del coche. En la parte delantera, casi tocando el pit lane, se encuentra el GTR a falta de montar los neumáticos de carrera, el capó y algunos detalles. Allí nos ofrecen la posibilidad de hacernos con uno por el módico precio de 750.000 euros, nos cuentan que su motor de 5,4 litros atmosférico alcanza los 600 CV y que es el único modelo de todos los que participan en este campeonato que se ha construido específicamente para él, concretamente en Japón, y que además tiene solo cuatro similitudes con el vehículo de serie: el bastidor, los faros traseros, las manillas de las puertas y el anagrama GTR de la parrilla delantera.

Tras la visita al box y aprovechando el tiempo libre hasta la carrera, decidimos que ya basta de tanta palabrería y que es momento de pasar a la acción, de darnos un paseo por la pista de karts, pero en esta ocasión a los mandos de un todocamino de última generación, el pequeño Nissan Juke. La diversión y agilidad a los mandos del Juke vuelven a demostrar que Nissan, además de grandes superdeportivos, también domina como nadie la técnica de fabricar algunos de los mejores SUV.

La mañana avanza y se acerca la hora del gran acontecimiento, la carrera de GT1, pero para nosotros el momento estrella tiene lugar minutos antes. Es el Grid Walk, el paseo por la parrilla de salida, con los pilotos, los coches y las azafatas en sus posiciones de partida. Rodeados por cámaras de televisión, comisarios y el personal de los equipos, vamos avanzando y contemplando en vivo y en directo esas imágenes que antes habíamos visto por televisión. Suena la sirena de aviso y tenemos apenas unos segundos para abandonar la pista, subir al Hospitality de Nissan y disfrutar desde lo alto y en una posición inmejorable de la salida. Por cierto, nuestra nueva y flamante presidenta, Yolanda Barcina, tampoco se ha querido perder la fiesta y permanece atenta a las explicaciones del director del circuito y del presidente de la Federación Española de Automovilismo. Nosotros la vigilamos desde lo alto.

Al fresquito del aire acondicionado, degustando un canapé y una cervecita, escuchando el atronador sonido de los GT1 perdiéndose al final de la recta de meta (los Aston Martin y los Lamborghini son los reyes de los agudos, mientras los Ford GT40 y los Corvette aman los graves, con los Nissan GTR en un punto intermedio) y en amena conversación, la vida en las carreras es ciertamente de color rosa. Como final de fiesta, y por si todo lo anterior hubiera sido poco, dos pilotos nos dieron una animada vuelta a los mandos de un Nissan GTR de serie por el trazado de Los Arcos, mientras este sufrido redactor se dejaba llevar por la infinita aceleración de este coche fantástico y no perdía detalle de su primer contacto con un circuito fabuloso. Así es un día en las carreras con pase VIP. El dinero no da la felicidad, pero deja recuerdos imborrables.