"Quería tener más tiempo y hacer otras cosas"
El capitán del Waterpolo Navarra, el pamplonés Mikel Artola, jugó el pasado fin de semana su último partido como profesional después de 17 temporadas en la elite y 22 años dedicado a este deporte. Dice que estaba algo "saturado" y que lo que le apetece ahora es descansar
pamplona. Mikel Artola se despidió el sábado del waterpolo ante el Terrassa. Tras una dilatada trayectoria, quienes han compartido vestuario con él dicen que es un ejemplo dentro y fuera de la piscina. También ha calado en una grada que le despidió con esta pancarta: Se va un mito... Mila esker!
Se le hará raro dejar el waterpolo...
Un poco sí. Ahora lo comentaba con un amigo, a ver qué iba a hacer sin tener que ir a entrenar. Pero estaba cansado. Han pasado muchos años, tengo más cosas que hacer y menos tiempo, y ya no tenía el mismo ánimo. Físicamente no tenía ninguna lesión, pero notaba que no entrenaba igual, que llegaba más cansado y no rendía lo mismo. Y los años también se notan.
¿Ya se ha hecho a la idea?
Sí. Lo tenía más o menos decidido casi a principio de temporada, así que poco a poco he ido haciéndome a la idea.
¿Cómo fue su despedida?
Fue todo muy emotivo desde el principio. Ya con la presentación de los equipos, cuando dijeron mi nombre escuché un aplauso más grande de lo normal. El presidente me dio la insignia de oro del club, la ovación cuando metí gol, el regalo del cuadro de los compañeros, la grada animándome... fue impresionante.
Manel Silvestre y su primer entrenador, Miguel Ángel Elizari, han hablado maravillas de usted.
Es muy bonito que hablen bien de uno. Lo he dado siempre todo, o por lo menos lo he intentado, y que después tus entrenadores lo valoren es un motivo de orgullo.
Le citan como ejemplo de profesionalidad. ¿Cómo ha hecho para no perder la ilusión en tantos años?
Te tiene que gustar mucho este deporte. Por suerte siempre he ido muy contento a entrenar y nunca he tenido temporadas malas en las que no me encontrase bien o no me apeteciese. Tampoco he chocado con ningún entrenador, y con los compañeros ha ido siempre bien, porque es un vestuario en el que es muy fácil estar a gusto. Afortunadamente no he tenido momentos de bajón. A nivel deportivo sí ha habido momentos peores, para el equipo y en lo personal. Por ejemplo, el año que descendimos no fue bueno, pero no hubo nada oscuro detrás.
¿Con qué se queda de su trayectoria?
Sin duda con los dos ascensos a División de Honor. Ha habido otros momentos buenos, como los Campeonatos de Europa, las Universiadas o el 5º puesto con el CN Martiánez, pero me quedo con los ascensos. Son los que guardo con más cariño y mejores recuerdos me traen. Se me han quedado grabados.
¿Cómo fue su paso por Tenerife?
Muy bueno. Para empezar, salí de casa, algo que no había hecho nunca, y aprendí a vivir solo. Además me encontré con un equipo que se parecía un poco a este porque estaba aislado de donde más se practica el waterpolo, que es en Catalunya. Me fue muy bien, y además conseguimos ser quintos, la mejor clasificación que he logrado nunca.
¿Por qué le dio por el waterpolo?
De niños íbamos en verano a aprender a nadar, y Miguel Ángel Elizari fue el que me dio las clases de natación. Después me comentó para ir los sábados a la escuela de la Federación Navarra de Natación. Fui un año y al siguiente teníamos que pasar a un club a nadar, o a Larraina a jugar a waterpolo. Me decanté por esto porque me gustaban más los deportes de equipo que los individuales, y empecé con 10 años.
Y después enganchó a su hermano.
Sí, pero Julen se enganchó más tarde. Al principio no le gustaba. Le tiraba más el fútbol. Pero un verano hicimos un torneo para promocionar el waterpolo en Amaya, y ahí ya dijo que se iba a apuntar.
¿Cómo ha sido su última temporada?
Un poco extraña. La primera vuelta no fue buena, quedamos octavos y no pudimos clasificarnos para la Copa del Rey. El calendario fue difícil porque nos tocaron los partidos más igualados fuera de casa, que es donde bajamos un poco el rendimiento. Pero en la segunda vuelta pudimos remontar, y hasta el último partido éramos sextos.
¿Ha evolucionado el waterpolo en Navarra desde sus comienzos?
Muchísimo. Cuando yo entré, el Larraina era el único equipo, y no éramos muchos. Los juveniles tenían la mitad de gente y había que rellenarlo con infantiles. Infantiles, juveniles, júnior... jugabas en todas las categorías a la vez. Ahora hay más chavales y más equipos. Antes tampoco había un equipo femenino en la elite, y ahora están en División de Honor. Y las chicas de la UPNA, aunque han descendido, han estado en Segunda Nacional... En nuestro caso, jugábamos en Segunda División luchando en la parte baja de la clasificación. Y ahora estamos en División de Honor peleando por entrar en Europa.
¿Tiene alguna espina clavada?
No. Hay pequeñas decepciones como la del año pasado, por lo cerca que nos quedamos de clasificarnos para competición europea. Pero fue una gran temporada y acabamos sextos, así que espinas ninguna.
¿Y ahora qué?
Ahora a descansar. De momento no voy a notar demasiado el cambio, porque es como una temporada más. Se acaba y toca descansar y el verano. Me imagino que a finales de agosto, cuando empiecen los entrenamientos, lo notaré más. Pero quería tener más tiempo para mí, para mi mujer, mis amigos y mi familia, y poder hacer otras cosas.
¿Seguirá vinculado a este deporte?
No lo sé. Imagino que ayudaré en lo que pueda o en lo que me dejen. Este primer año será más de descanso, porque estoy un poco saturado, pero más adelante nunca se sabe.