pamplona - La futbolista de Bera Ane Bergara, que desde 2011 viste la camiseta de la Real Sociedad, confía en poder disputar el próximo Mundial de Canadá. Una cita que redondearía toda su carrera deportiva.
Por su trayectoria parece que le gustan los deportes con pelota: fútbol, pelota mano, waterpolo...
-Sí, pero creo que ha dado la casualidad porque en realidad me gustan todos los deportes. No sé si esos me gustarían por la pelota o por ser deportes colectivos, que es algo en lo que siempre he creído.
¿Cómo se decidió por el que practica en la actualidad?
-De pequeña hice muchos deportes. En un principio me quedé con la natación y el fútbol, pero llegó un momento en el que me tocó elegir y lo que realmente me gustaba y me llenaba era el fútbol y así es como seguí adelante con ello.
¿De dónde le vino la pasión por la pelota mano?
-No creo que fuera pasión. Practiqué pelota mano, hice algo de karate, atletismo... he probado de todo. Así que lo considero simplemente un deporte más que practiqué. Aunque sí que es cierto que ahora me gusta verlo.
Se ven muy pocas pelotaris. ¿A qué cree que se debe?
-Pienso que ocurre lo mismo que con el fútbol. Antes pocas lo hacíamos y ahora se van viendo más casos. Aquí creo que pasa algo parecido. Tradicionalmente ha sido un deporte masculino y ahora se va viendo alguna mujer más, pero muy poco a poco.
Antes ha mencionado que sigue este deporte. ¿Ha visto muchos partidos?
-Sigo todo lo que sea deporte y la pelota es uno de los que me suele gustar ver por la tele. No soy muy asidua a las canchas, pero alguna vez también he presenciado alguno en directo.
¿Con quién se quedaría: Olaizola o Irujo?
-Con Olaizola. Me gusta más. En mi casa tenemos pelea con este tema porque mi padre es más de Irujo y en cambio, mi madre y yo estamos más con Aimar. Yo creo que es por la combinación de su manera de ser y de la de jugar. La de Irujo no me gusta tanto.
Nació en Bera, pero pronto salió de casa para hacer su primera parada en Francia...
-Cuando jugaba en Hendaia seguía viviendo en casa, pero a los 16 años me marché para jugar en el Lagunak de Pamplona. Era muy joven y al principio fue complicado, pero tomé esa decisión por algo que me gustaba. Lo supe llevar bastante bien y no me arrepiento de la decisión que tomé; de hecho volvería a escogerla sin duda.
¿Se las apañó bien con el idioma?
-Ahora mismo no sé nada de francés (risas). En su día igual algo podía dominar y tenía un compañero de clase que lo sabía perfectamente e iba mucho con él. Además, hablaban muchos euskera y castellano y entre todos hacíamos lo posible por entendernos.
Allí jugaba en un equipo masculino. ¿Cómo era compartir vestuario con ellos?
-Era la única chica, pero no me importaba. Me trataron muy bien, me dejaban un vestuario para poder cambiarme y a la hora de la charla me unía al resto. Di bastante guerra (risas).
¿Alguno tenía celos de usted?
-Puede ser, pero en ese momento me centraba más en lo mío, en jugar y divertirme y el resto me daba igual. Si a alguno le importaba que yo fuera chica y destacara un poco más, mala suerte. Era feliz jugando y estaba centrada en mí.
Con 18 años decidió tomar un nuevo rumbo: Barcelona. ¿Qué balance hace de esos seis años?
-Los valoro muy positivamente porque en Barcelona tuve la oportunidad de jugar al máximo nivel y de estudiar a la vez. Siempre he tenido claro que ante todo tenemos que buscar nuestro futuro con estudios. Me salió todo bien: llegué a la selección, fui subcampeona de Liga, jugué campeonatos de Copa...
Pasó de un pueblo de más de 3.000 habitantes a una ciudad de más de 5 millones. ¿Le costó adaptarse?
-Al principio fue algo complicado. El primer viaje que hice fue para conocer la ciudad. Lo hice con mi madre y mi abuela y recuerdo que veíamos en el mapa dos puntos y decíamos: esto está cerca, podemos ir andando. Pero resultaba que empezábamos a andar y tenía una distancia considerable. No eran dos puntos tan cercanos como ocurre en un pueblo.
¿Cómo fue la estancia?
-Los primeros años compartía piso con compeñeras de equipo como Carolina Miranda, que también es de Pamplona, Miriam y Cristina, y con el tiempo cambié de piso y de compañeras. Fue una experiencia nueva de la que aprendí mucho.
¿Y qué tal la convivencia?
-Cada una teníamos nuestras cosas. A veces cocinaba una para todas y otra fregaba o al revés. Nos íbamos turnando y nos apañábamos bastante bien; aunque había los típicos roces de la convivencia, pero lo normal. No me puedo quejar.
¿Los estudios los hizo en catalán?
-Sí. Era todo en catalán. Al principio me costó un poco, pero es un idioma bastante parecido al castellano y con el tiempo lo saqué bastante bien.
Tiene mezcla de todas partes...
-Sí, una mezcla un poco rara. Ya casi no sé ni el acento que tengo (risas).
Como buena euskaldun, ¿se siente identificada con ellos?
-El tema político es delicado, pero creo que hay mucho parecido entre vascos y catalanes y cada uno lucha por sus intereses.
¿Qué opinión le merece la consulta catalana que se hizo hace unos meses?
-Este tema me pilla un poco de lejos y no atendí demasiado. Además lo que a temas políticos se refiere prefiero abstenerme un poco y mantenerme al margen.
Mirando a la actualidad, Barcelona pasó de la alegría a la tristeza en solo unos días. Del Clásico, al accidente aéreo...
-Sí, son dos noticias completamente opuestas. El Clásico siempre es un partido interesante para el que le gusta el fútbol y por supuesto que lo vi. Y el accidente aéreo es una pena y es algo que no te lo esperas. Ha sido una noticia muy trágica, que duele y nadie quiere que pasen estas cosas aunque a veces sucedan.
La compañía, Germanwings, realizó al día siguiente la misma ruta. ¿Usted hubiese cogido ese vuelo?
-Es una decisión complicada. Ahora desde la lejanía puedo decir que sí, pero si me hubiera tocado estar en ese papel, no sé qué hubiera hecho. Yo creo que aunque sea difícil, las cosas se tienen que normalizar lo antes posible. Tampoco me parece mal que se haya hecho la misma ruta. Igual no es lo correcto, pero pienso que la vida tiene que seguir. Hay que apoyar a los familiares al máximo en estos momentos, pero todo sigue adelante.
¿Tiene miedo a los aviones?
-No, de momento no tengo. Después de estas cosas no lo sé, pero en un principio soy de las que no les importa viajar en avión.
Entonces, ¿a qué tiene miedo Ane Bergara?
-No diría a nada en especial. Cuando estás sola, en silencio y a oscuras, nunca es una situación cómoda, pero tampoco diría que sea un miedo.
Cambiando de tema, tengo entendido que ejerce como monitora deportiva en un colegio público de Oiartzun...
-Ahora ya no estoy. Ejercí en 2011-12. El deporte siempre me ha gustado y ahora estoy estudiando Magisterio, porque la enseñanza es un mundo apasionante. Ver cómo un niño llega a aprender y a la edad adulta y acompañarle en ese camino es algo muy satisfactorio.
Digamos que tiene buena mano con los niños...
-No sé si se me da bien o no, pero es algo que me gusta y no me importaría dedicarme en un futuro a eso.
¿Le obedecen o le toman el pelo?
-(Risas). Trato de que me obedezcan. Siempre hay niños que toman el pelo más o menos, pero normalmente los llevo bastante bien.
En las nuevas generaciones la técnica se ha convertido en algo fundamental. Me han dicho que usted no es muy amiga de las redes sociales, ¿no?
-Las nuevas tecnologías me gustan. Sin embargo, las redes no las sigo demasiado. Tengo Facebook, pero lo tengo por tener y del resto como Twitter, Instagram... estoy un poco desentendida.
Algunos dicen que pueden sobrepasar a la humanidad. ¿Qué opina usted?
-Las tecnologías avanzan a pasos agigantados; nunca imaginamos hasta dónde llegarían los avances, como tampoco sabemos cómo serán los del futuro. Es algo que se desarrolla muy rápidamente, pero creo que será difícil que supere a la humanidad. Aunque, ¿quién sabe? Al paso que van...
Y creo que tampoco es una apasionada del cine. Alguna vez ha dicho que se duerme. ¿Lo hizo también con Ocho Apellidos Vascos
-No. Esa película la vi en el cine y pude aguantar despierta, pero no me gusta el cine. No sé si tiene un efecto somnífero sobre mí, pero siempre me duermo viendo una película.
¿Dónde ha pasado la Semana Santa?
-En casa. No tenemos descanso en Liga por lo que no he tenido oportunidad de irme a ningún lado. He estado con los míos.
¿Acudió a alguna procesión?
-De pequeña sí que solía ir con la familia a La Rioja, a Casalarreina, para ver procesiones. Pero ahora no es algo que siga demasiado.