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Delegado de campo, una función importante

Delegado de campo, una función importante

el artículo 126 del Reglamento de la Federación Navarra de Fútbol comienza diciendo: “El club titular del terreno de juego designará para cada partido un delegado de campo”. Luego enumera sus funciones y, entre otras, extraigo éstas:

a) Ponerse a disposición del árbitro y cumplir las instrucciones que le comunique antes del partido o en el curso del mismo.

g) Colaborar con la autoridad gubernativa para evitar incidentes.

i) Acudir junto al árbitro al vestuario de éste a la terminación de los dos periodos de juego y acompañarle, igualmente, desde el campo hasta donde sea aconsejable para su protección, cuando se produzcan incidentes o la actitud del público haga presumir la posibilidad de que ocurran.

j) Solicitar la protección de la fuerza pública a requerimiento del árbitro o por iniciativa propia, si las circunstancias así lo aconsejasen.

Queda claro que el club debe designar a una persona, directivo o empleado, para una función concreta, delicada y que requiere de unas capacidades especiales.

Seguramente en todas las directivas existe ese hombre entregado y trabajador pero que en cuanto empieza el partido se pone nervioso, pierde la perspectiva y grita en defensa de su equipo. También habrá otro pausado, tranquilo, ecuánime, capaz de ver el partido sin perder los papeles, que sabe hacerse respetar por unos y otros. Elegir al delegado de campo no debe hacerse a la ligera, no es igual de apropiado uno que otro.

El delegado es la imagen del club durante el partido, en su mano y su saber hacer está crear o evitar conflictos. Ha habido, en todas las categorías, excelentes delegados que han sabido dejar huella y una impronta en sus clubes. Me viene a la memoria la imagen, con su brazalete y su puro, de don Daniel Zariquiegui Izco, que tanto hizo por la imagen de Osasuna.

Con agradecimiento y nostalgia recuerdo una tarde muy lejana, merendando en casa del delegado de campo de un pueblo de nuestra Navarra Media, esperando a que se calmaran los aficionados de su equipo para sacar mi coche encerrado en su casa y su frase de despedida: “Chaval, yo creo que no has arbitrado nada bien, pero para pegarle a un árbitro estando yo de delegado hay que pasar por encima de mí”. Seguramente llevaba toda la razón, no había sido mi mejor tarde, pero el buen hombre tenía claro que eso no tenía relación con pegarme, su profunda humanidad fue y sigue siendo toda una lección. Por favor, no designéis para un puesto tan delicado a un bombero pirómano. Por la buena imagen de vuestro club.El autor es miembro del Comité Navarro de árbitros de fútbol