Al menos cinco personas han muerto este domingo en Birmania por la represión de las fuerzas de seguridad en una jornada en que miles de manifestantes volvieron a desafiar a la junta militar golpista en las calles de las principales ciudades del país.

Según el portal Khit Thit Media, tres personas murieron en el distrito Hlaing Tharyar de Rangún, la ciudad más poblada, por los disparos con munición real de las fuerzas de seguridad, que hirieron a un número indeterminado de manifestantes. El medio Mytikyina News informó de la muerte de una cuarta persona, un hombre de 30 años por un disparo en el pecho durante una manifestación.

Estos fallecimientos se suman al que unas horas antes se produjo durante una protesta en la localidad de Bago, cercana a Rangún, también por disparos de las fuerzas de seguridad, que hirieron a al menos otros cuatro manifestantes.

Según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Birmania, más de 80 personas han muerto por la represión de la Policía y los militares desde el golpe de Estado perpetrado el pasado 1 de febrero. Además, las autoridades bajo el mando de la junta militar han arrestado a 2.134 personas, de las cuales 1.815 siguen bajo custodia.

Revolución para restaurar la democracia

Las protestas de este domingo se produjeron horas después de que el líder en funciones del gobierno civil de Birmania, formado por parlamentarios depuestos por la junta militar, llamara anoche a una "revolución" para restaurar la democracia.

"Para formar una democracia federal, con todos los hermanos de las etnias que han sufrido toda clase de opresiones de la dictadura durante décadas, esta revolución es una oportunidad para juntar nuestros esfuerzos", dijo en un discurso de seis minutos por Facebook Mahn Win Khaing Than, líder en funciones del gobierno civil tras la detención de Aung San Suu Kyi el día del golpe.

El Ejercito detuvo la mañana del golpe a la mayoría del Gobierno electo, incluida la líder de facto, Aung San Suu Kyi, y el presidente, Win Myint, además de anular la inauguración de la legislatura prevista para ese mismo día.

Los uniformados justifican el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de la depuesta líder Aung San Suu Kyi y que fueron calificados de legítimos por los observadores internacionales.