Unos 1.300 migrantes saturan actualmente el centro de acogida de la isla de Lampedusa, el territorio italiano más cercano a las costas del norte de África, después de una nueva oleada de barcazas que llegaron en las últimas 48 horas.

Al menos doce embarcaciones fueron interceptadas durante la pasada noche, con un total de 691 migrantes a bordo, que habían partido desde los puertos de Zuwarah, en Libia, y Sfax, en Túnez, y que se sumaron a las llegadas en las horas previas, informaron los medios locales.

De esta manera, el centro vuelve a estar repleto de migrantes y en condiciones difíciles, ya que tiene capacidad para unas 400 personas.

Inmediatamente se puso en marcha el programa del Gobierno de traslado de migrantes a otras localidades y está previsto que unos 200 sean embarcados en un ferri hacia el puerto de Porto Empedocle, en Sicilia y también la nave Diciotti de la Guardia Costera reubicará a otros 600, según las mismas fuentes.

Este será el panorama que se encontrará la delegación del Comité de Libertades Civiles del Parlamento Europeo que inicia mañana una visita para conocer la situación de rescate y acogida en Lampedusa.

La misión estará encabezada por su presidente, el español Juan Fernando López Aguilar, y cuenta también con Pietro Bartolo, que fue el médico del ambulatorio de la isla durante mucho tiempo.

Mientras tanto, el barco de la ONG española Open Arms se dirige al puerto de Livorno para desembarcar a los 117 inmigrantes rescatados en el Mediterráneo central.

La organización denunció en sus redes sociales que el puerto asignado se encuentra a 650 millas de distancia (unos 950 kilómetros) de su posición actual, mientras que la isla de Sicilia está mucho más cerca, a unas 250 millas.

"Son cuatro días de navegación, tres veces más lejos que el puerto seguro más cercano en Sicilia, el que debería ser, según establecen los convenios internacionales. El sufrimiento siempre recae sobre los más vulnerables", lamentó Open Arms.

El Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni ha optado por asignar puertos lejanos para el desembarco de los migrantes rescatados con el objetivo de destensar la situación de los centros de acogida del sur, a donde solían llevarlos antes.