No te importa la conversación del vecino, pero no hay metros para desplazar la toalla. Nadar tres brazas seguidas se convierte en todo un reto y salpicar a tus amigas y amigos es sinónimo de problemas con el socorrista. Ante estas situaciones, y como alternativa a la piscina, muchos jóvenes, parejas o familias optan por pegarse un chapuzón en presas, ríos, embalses o balsas, atraídos por la belleza de lo natural, la tranquilidad o la ausencia de horarios y normas. Y, que en estos casos, desafiar el calor de Lorenzo sale gratis. La balsa de La Morea, las pasarelas del Arga y las presas de Landaben o Huarte son algunos ejemplos de esta refrescante opción.

Situada a diez kilómetros al sur de Pamplona, la balsa de La Morea, ubicada junto al pueblo de Beriáin, parece un oasis en medio de un desierto. El lago azul, con algunos patos nadando, los menos, invita al sosiego. De una superficie de 11 hectáreas, uno puede chapotear en la orilla o salpicar sin piedad a los amigos en una balsa hinchable sin molestar a nadie. Éste era el mejor plan del grupo de amigos de Adrián Pérez, de 21 años, Raúl Alonso, de 22, y Adrián Zubiri, de 21. Junto con otros cinco amigos, todos de Villava, acudieron a la laguna, una fija ya en sus planes. "Vinimos el año pasado un par de veces y esta tarde nos apetecía comprar un par de balsas y como en las piscinas no dejan, venimos aquí", explica Zubiri.

Para Asun y Tita, de la Rochapea, la laguna ofrece ventajas que no suplen los clubes. "Esto es más salvaje, más tranquilo, y corre la brisa. En las piscinas hay más niños pequeños y más agobio", indica Asun. Las dos amigas llegaron a las 14.30 horas, con dos hamacas y tenían pensado merendar. Para otros, la posibilidad de nadar sin límites de espacio es el principal atractivo. "El agua está limpia, no hay corrientes ni ningún peligro, puedo nadar más lejos y hay menos gente", argumenta Ana Blanco, que disfrutaba leyendo un libro. Blanco, curiosamente, es de las pocas personas que descansan en el lago que no es socia de ningún club. "Así me ahorro la entrada de la piscina", añade.

Las familias con niños pequeños son otros de los grupos que frecuentan la balsa. Es el caso de Pilar Lafuente, que acudía con su hija y sus nietos. "Es baratísimo y está cerca de casa", señala Lafuente, que siempre acude con la familia y que se quedó hasta la hora de cenar. Las amigas Connie Neumane y Mónica Figeroa fueron con sus dos hijas y los perros, Boddy y Pipo. De hecho, son muchos los que se acercan con sus mascotas que campan a sus anchas (y también chapotean en la balsa).

Junto al club Natación, las pasarelas del Arga son otro de los lugares elegidos para pegarse un chapuzón. Allí se acercaron Constanza Tarin, de 14 años, e Isabel Taberna, de 15, ambas socias del club Tenis. "Solemos venir las diez amigas. Nos gusta porque así coincidimos todas, es gratis y es un plan distinto". Los que sí disfrutaban a tope (y simulaban a Tarzán) era el grupo de amigos de Iosu Camilo, de 16 años, Julen Alegría, de 14, y Iñaki Rodríguez, de 14. Uno por uno, se divertían tirándose de una cuerda (amarrada a la rama de un árbol) al río. "No hay horarios ni normas y puedes crear tus propias atracciones, además aquí nos hemos hecho amigos", indica Camilo. Éste, aún siendo socio de la SDC Echavacoiz, prefiere bañarse en las pasarelas y asegura que "se llena todos los días".

Isabel, Fany y Sara llegaron con sus txikis. Eran las 17.30 y era la primera vez que venían, aunque pensaban repetir. "Solemos ir a Guelbenzu (Milagrosa), pero no estamos acostumbradas a las piscinas, preferimos lugares donde corre el agua", explica Fany. Las tres amigas conocieron la pasarela dando un paseo. La mayoría utiliza las pasarelas como tobogán, para sentarse y mojar los pies o para sentirse el rey de la selva por unos instantes.

una presa 'escondida' Siguiendo la carretera que baja de Mendebaldea a Landaben, y que cruza el paseo del Arga, uno vislumbra una pequeña presa. En este caso, son muchos los que la han descubierto. Como en los otros lugares, tomar el sol es una de las opciones preferidas (bien con sillas, hamacas o toallas). Tamara González, de 16 años y de la SDC Echavacoiz, junto con Nagore López, de 13 años, y Débora Castillo, de 16, ambas de Lagunak, se encontraba disfrutando de la compañía de Lorenzo. "Unos amigos nos recomendaron este sitio. Y se está muy a gusto, puedes salpicar sin molestar y hay menos agobio de personas", señala López.

Y hablando de salpicar, varios chicos se internaban en el río (con poca profundidad) con ese fin. "Utilizamos la presa como un tobogán, es más divertido que una piscina, y puedes saltar desde sitios con más altura", comenta Ibai Anzoain, de 15 años. Como en las pasarelas, en esta peculiar presa la amistad también se ha ido cuajando en las tardes de sol. "Hemos formado una cuadrilla de 20 amigos, por las tardes viene mucha gente, sobre todo de Buztintxuri y San Jorge", explica Anzoain, que se divierte con Gabriel Lizarraga, de 14 años, y Pablo Vicente, de 14. Anzoain no se olvida de la piscina. "Vengo a las pasarelas de 17.00 a 19.00 horas y luego voy a Lagunak", indica.

Huarte debe su nombre al agua. Y algunos cebolleros, los días que el sol aprieta, rinden tributo a su presa. La estampa, a diferencia de las pasarelas o la presa de Landaben, donde los jóvenes son protagonistas, es la de muchas familias que acuden a ese rincón para que sus txikis chapoteen con sus manguitos. No es difícil ver a niños con colchonetas junto a sus padres refrescándose. Otros parajes que también se visitan son el puente de Sorauren, los embalses de Yesa y Alloz o la playa de Oricáin.

El sol se pone, y con el olor a río adherido a la piel, y quién sabe si con un amigo o amiga más, la gente se despide del lugar donde lo salvaje cobra protagonismo.