“Traidor, felón, ilegítimo, chantajeado, deslegitimado, mentiroso compulsivo, ridículo, adalid de la ruptura de España, irresponsable, incapaz, desleal que comete alta traición, catástrofe, ególatra, chovinista del poder, rehén, escarnio para España, incompetente, mediocre y okupa”. Estas perlas, así, en plan chorizo, fueron vocíferadas (a su estilo) por Pablo Casado el máximo responsable del Partido Popular, el único partido que ha sido condenado por corrupción cuando “la Audiencia Nacional declaró que el gobernante Partido Popular (PP) se benefició con la mayor trama de sobornos en cuatro décadas de régimen democrático” (Associated Press dixit). El problema, cuando eres tan sumamente exagerado, mayestático e hiperbólico, es que no dejas nada para el segundo plato. Montar una especie de homenaje a la bandera patria o una procesión de españoles afligidos y perjudicados por que vayan a poner un “relator” en las reuniones con la Generalitat es cuando menos pintoresco. Digo esa palabra por rebajar la tensión y tranquilizarme porque de verdad que es preocupante observar la recua de políticos que tenemos ahora mismo al frente de todos los partidos políticos nacionales (to-dos). Si el licenciado con máster Casado dedica estos epítetos a Sánchez, ¿qué pensará de presidentes como Aznar que nos metió en una guerra ilegal en la que la gran mayoría de los españoles no quería entrar? ¿y cuál es su opinión de un presidente como González bajo cuya presidencia se creó el GAL? ¿Y de quienes permitieron la corrupción política de sus partidos con cataratas de dinero público? Todos los gobernantes tienen lo suyo y precisamente el presidente de un partido que está siendo juzgado por más de 60 casos de corrupción y que cuenta en sus filas con políticos como Esperanza Aguirre, Carlos Fabra, Bárcenas, Rato, Matas, Zaplana, Granados... no está en disposición de ser ejemplo de lealtad a la nación. No contento con esos excesos verbales, horas más tarde no se le ocurrió más luminosa idea que añadir que “la agenda que estamos viendo en Catalunya es la agenda de ETA, es decir, la agenda del nacionalismo que se alía con la izquierda acomplejada y apaciguada”. No creo que sus compañeros de Euskadi estén muy contentos con la comparación. No sé cuál es su intención pero su tono de dictador bananero se está imponiendo y contagiando.