zugarramurdi - Dentro de las actividades organizadas por la celebración del 10º Día de las Cuevas, ayer en Zugarramurdi hubo una visita guiada por el pueblo. La guía era una sorgina llamada Engraxi. Iba vestida de bruja, pero, en realidad, como ella misma comentó, las vestimentas que llevaba eran ropas que cualquier mujer de esa época vestía. En la cabeza, la típica gobara que utilizaban antaño. En nuestro imaginario quedará como la sorgina, llena de sabiduría, que, como en el caso de ayer explicó la historia de Zugarramurdi, como pueblo fronterizo, dentro de la comarca de Xareta, compuesta por Zugarramurdi, Urdazubi, Ainhoa y Sara, estas dos últimas administrativamente bajo el estado francés, culturalmente e históricamente unidas a las otras dos localidades. La sorgina que convivió con el contrabando, con el camino de Santiago, con las relaciones comerciales y sociales de un pueblo fronterizo, famoso, por la triste historia acaecida hace más de 400 años.
Zugarramurdi, a pesar de ser un pueblo pequeño de 200 habitantes, es muy conocido muy lejos de sus fronteras. Su fama, desgraciadamente, está ligada al proceso inquisitorial sufrido por sus habitantes a principios del siglo XVII. Las garras de la Inquisición Española cayeron con toda su fuerza sobre la pequeña localidad de Xareta. Lo que empezó con el relato de una joven de la localidad acerca de sus sueños, en los que aseguraba haber volado y haber visto a varias personas del pueblo participando en Akelarres, derivó, inicialmente, en la intervención del párroco, quien obligó a los “culpables” a descargar sus conciencias en público. Todo habría quedado ahí, si no hubiera intervenido la Santa Inquisición, seguramente avisada por el abad del Monasterio de Urdax.
Como resultado de la intervención de los inquisidores fueron encausadas 53 personas de la comarca. Las llevaron a Logroño. La mayoría de ellas murieron en las cárceles o en el camino. El 7 de noviembre de 1610 se celebró el Auto de fe y, como resultado del mismo, 21 arrestados fueron acusados de delitos menores, 21 fueron perdonados y 11 condenados a la hoguera (6 en persona y 5 en efigie, junto con sus restos mortales), habiendo sido quemados el domingo 8 de noviembre de 1610.
Ahí empezó el tormento, ahí comenzó la historia, que cuatro siglos después sigue muy presente en Zugarramurdi. Desde entonces, cuando utilizamos la palabra sorgina (bruja) nuestra mente, inconscientemente, nos traslada a Zugarramurdi, a los akelarres, a mujeres volando desnudas, bailando desenfrenadamente, bebiendo brebajes, riendo alrededor del fuego, adorando a Aker (carnero), manteniendo relaciones sexuales, todo ello dentro de la cueva de Zugarramurdi. La llamada Sorginen Lezea (cueva de las brujas).
La historia, a veces, al cabo del tiempo y a través de la imaginación, se convierte en leyenda, y tras añadirle la cantidad necesaria de fantasía, como en el caso de Zugarramurdi, crea en nuestras mentes imágenes típicas de películas o novelas fantasiosas, por ejemplo, de las Sorginak.