La niebla se asomaba entre el azul del cielo y los verdes pastos ayer en el Collado de Ernaz en Belagua, allí donde cada 13 de julio desde hace seis siglos y medio autoridades de los valles pirenaicos de Roncal y de Baretous (departamento francés de los Pirineos atlánticos) se reúnen en el mojón 262 de la línea de demarcación, la Piedra de San Martín, y renuevan el tratado transfronterizo más antiguo de Europa.

El acta que ayer firmó y archivó el secretario de la Junta del Valle de Roncal, Marcelino Landa, sumaba la número 643 y lo hizo, un año más, después de sellar el antiguo compromiso de paz que puso fin a las viejas guerras y disputas entre los habitantes de ambos lados de la muga con el acuerdo alcanzado en 1375 y los vecinos del valle de Ansó como mediadores. Lo lograron por medio de la palabra dada que traería paz en adelante, Pax Avant y el pago de los baretouneses a los roncaleses con tres vacas “de igual pelaje, cornaje y dentaje”, elegidas tras la firma conjunta de los representantes municipales, algunos nuevos, que ayer se estrenaron en el acto.

Era el caso de David Baines, alcalde de Isaba, que vivió su primer Tributo de forma “emotiva y a la vez relajada” y no dejó de recibir felicitaciones. “Me siento muy acompañado y esto me aporta serenidad. También estoy agradecido al Gobierno de Navarra, a la consejera Ana Ollo, que ha venido a pesar de estar en funciones, así como a la alcaldesa de Sangüesa, Lucía Echegoyen como representante de la cabeza de la merindad a la que pertenecemos”, expresó.

El alcalde participó momentos antes de la firma en un acto en el que se puso de relieve el hermanamiento y la unión de culturas en cuatro lenguas: euskera, bearnés, español y francés. “Es el símbolo de que las lenguas tiene que unir a los pueblos y la expresión de nuestra intención de reforzar el vínculo que nos une”, expresó el nuevo alcalde.

La delegación roncalesa estaba ayer prácticamente de estreno ya que junto a Baines, se estrenaban en el Tributo, la alcaldesa de Uztarroz, Jone Alastue y el alcalde de Urzainqui, Félix Galetx, mientras que José Javier Echandi, alcalde de Garde, repetía.

Al frente de la francesa, un año más y van 19, el alcalde de Arette, Pierre Casabonne, junto a Hervé Couture y el diputado por los Pirineos Atlánticos, Jean Lassalle, se expresaba en los mismos términos que el alcalde izabarra.

“La idea es que las lenguas no son un obstáculo para la paz, si no todo lo contrario. No podemos olvidar que antes que el español y que el francés, en estos pastos se habló euskera y bearnés”.

RETORNO Para Casabonne el de ayer fue un tributo con retorno al origen de la historia, en el sentido de recuperae el mensaje y la palabra en las cuatro lenguas y de poner de relieve la importancia del ganado autóctono, la vaca de Bearne, casi desaparecida. “Hace 15 años, sólo había 50 y ahora hay más de 500. Queremos firmar el acuerdo el año próximo con vacas de nuestra zona”, adelantó.

Además de la variedad de lenguas, el Tributo de las Tres Vacas es una muestra de la riqueza de trajes de los valles pirenaicos, roncaleses, baretouneses, los hombres con la banda de la bandera francesa, las mujeres con sus vestidos típicos y a ellos se suman los llamativos del valle de Ansó.

Su alcaldesa, Montse Castán, acudió vestida de ansotarra (traje de fiesta de mujer casada) por quinto año consecutivo, con orgullo manifiesto de representar al pueblo conciliador que hizo de mediador en el acuerdo de paz. “La paz es sagrada y también la palabra dada entre los pueblos. Es la esencia que estamos perdiendo”, declaró.

Acompañada de los concejales Raúl Mendiara y Mari Carmen Sánchez, vestidos también de ansotarras, añadió que disfrutan de una buena relación con los habitantes del vecino valle de Roncal. Cuidar las tradiciones, mantener compromisos y encuentros está en la intención de las autoridades.

Siguiendo la tradición, ansotarras y roncaleses se reunirán en la Junta de San Miguel, el primer fin de semana de octubre en la ermita de Puyeta (muga de Navarra y Aragón). Hablarán de sus problemas en común: pastos, puertos, de la presencia del oso y de su promoción turística, con la mirada puesta en el futuro, sin olvidar la palabra dada en el pasado.