“Son unas vivencias y experiencias muy importantes para la vida y para que nosotros sigamos adelante. A mí estas cosas me ayudan mucho”, resume Mady Traoré, de 17 años, participante del proyecto, mientras pintaba un mural.
La Asociación Navarra Nuevo Futuro (ANNF) vuelve con su programa de activación juvenil y emancipación Pasarelas. Una manera diferente de ofrecer experiencias laborales a jóvenes, vinculándolos con su territorio. Esta nueva edición comenzó el pasado 21 de junio y en estos momentos se encuentra con la segunda tanda, hasta el 31 de julio. En total 16 jóvenes entre 16 y 23 años participan en 52 horas de trabajo, formación y voluntariado. “El programa Pasarelas empezó hace 12-13 años”, explica Jon Etxeberria, monitor de ANNF. El proyecto se inició en diferentes sitios pero tiene la sede en Huarte, que es donde está la sede de la Asociación.
El objetivo es dar a través del empleo experiencias de ciudadanía a los jóvenes. “El programa nos acerca un poco al trabajo, a la dinámica de levantarse pronto e ir entrando al mundo laboral”, menciona Nahia Álvarez, de 16 años, participante de Pasarelas. “El verano es muy largo, hay que aprovechar el tiempo, conocer otros trabajos. Ganar nuestro dinero está bien”, cuenta Traoré. Todos los integrantes están en proceso de formación y escolarizados. “El empleo nos parece que es una manera también de hacerse mayor, empezar a dotarles de experiencias que les conecten con la edad adulta, la emancipación y con la ciudadanía”, resume Etxeberria. Durante muchos años los coordinadores eran los que redactaban los contratos laborales de los participantes, pero hoy en día es el Ayuntamiento directamente el que los hace. “Esto tiene bastante mérito, porque no es muy habitual que un ayuntamiento se ponga a contratar a chavales menores que pueden trabajar”, añade.
A través del tiempo han ido haciendo diferentes formatos del proyecto. “Este programa en concreto es con contrato laboral, pero también lo hacemos con becas formativas”, explica. Este proyecto “es una pasarela al mundo laboral, de ahí el nombre”, bromea. Nahia Álvarez menciona que gracias a este proyecto aprenden distintos tipos de trabajo y vida, “el proyecto te abre otro punto de vista para saber qué ser de mayor”.
Los jóvenes hacen cuatro tipos de actividades principalmente. La primera se coordina con la sección de obras del Ayuntamiento. “Como en todos los pueblos hay mucho muro que está desgastado, nosotros nos encargamos de mejorarlo”, explica el monitor. Además de esto, hay actividades de limpieza medioambiental, “limpiamos el río y otras labores”, añade. También hacen diferentes excursiones como al Museo Oteiza y la visita al Centro de Empleo de Iturrondo. Además, hacen actividades de formación para empleo, “mini experiencias de voluntariado”. El programa ha estado colaborando con el Centro de Día de Huarte, “ha sido muy interesante a porque a bastante chavales les ha dado ganas de seguir participando”. De esta manera aprenden y conocen las actividades que hay en su pueblo: “Es como despertar las ganas de contribuir más allá del empleo. Se establecen relaciones muy interesantes”, continúa. “Ir al Centro de Día es muy divertido, nos han cogido mucho cariño, hablar con ellos y verles felices es muy bonito”, cuenta Álvarez.
Para poder participar en este proyecto hace falta cumplir tres requisitos: Ser de Huarte, tener entre 16 y 23 años y “tener ganas”, como explica el monitor. “Se trata de un grupo muy variado”, añade. Este año el programa cuenta con 16 jóvenes, pero ha habido en total 40 candidatos. Etxeberria menciona que es “difícil decidir quién entra, porque no hacemos ni examen, ni valoramos ninguna nota”. Por este motivo, Nahia Álvarez y Mady Traoré están de acuerdo en que si tuviesen otra oportunidad para participar lo harían sin dudarlo. “Yo volvería a repetir, en mi caso que soy de otra cultura aprendo y me enseñan muchas cosas”, añade Traoré.
Este proyecto tiene innumerables beneficios para los participantes. “A cada uno le sirve para cosas distintas”, explica el monitor. Etxeberria reconoce que los jóvenes no tienen muchos espacios para ponerse a prueba. “Ellos tienen ganas, cuando hacemos un marco donde los tratamos como adultos, funcionan muy bien y consiguen experiencia”, añade. Etxeberria lamenta que hay momentos en los que “infantilizamos y protegemos mucho a los niños. Con este programa les exigimos como si fueran adultos. Son experiencias vitales y les ayuda a hacerse mayor, es algo bueno”.