Destaca por su enorme corpulencia. En las distancias cortas todavía resalta más. Tiene brazos robustos y largos, una anchura de hombros excepcional y músculos híperdesarrollados. Es una mole.

Marín Iordanov Baltadjiev es boxeador, lo que explica su imponente forma física, y ha sido el sparring escogido por un campeón del mundo para mejorar su entrenamiento.

Nacido en Bulgaria en 1996, desde los 3 años reside en Navarra, adonde llegó con su familia en busca de un futuro mejor tras el desmoronamiento de los regímenes comunistas del este europeo.

Como la mayoría de los chavales, comenzó jugando al fútbol hasta que el boxeo se cruzó en su vida. “Me metió mi padre, al que le encanta el boxeo, cuando tenía 10 años. Me propuso que lo probara y desde entonces ya no he querido hacer otra cosa. No he parado de disfrutar del boxeo”.

Marín ha competido en diferentes modalidades y en distintos países. Se inició en el boxeo en el gimnasio Kanku de Burlada y en 2012 se proclamó campeón de España absoluto de kick boxing.

Dos años después ganó en Italia el título de campeón del mundo wako cadete y júnior en más de 86 kilos. En 2017 dejó el deporte amateur y dio el salto al profesionalismo, con un combate en el pabellón Anaitasuna frente a un experimentado boxeador cubano.

“Aunque haya golpes de por medio y desde fuera parezca violento, no lo es. Durante unos minutos tienes una batalla con un contrincante, pero después todos acabamos bien. Aquel primer combate lo perdí a los puntos, por un solo punto de diferencia, pero el siguiente lo gané” señaló el otro día Marín mientras ayudaba en la cafetería Ogipan que su padre regenta en Sarriguren.

Le gustan los boxeadores con pegada y potencia. “Siempre me fijo en ellos puesto que yo tengo algunas características similares. Por eso le llaman ‘aizkora’, que en euskera significa hacha, porque mis golpes bajos van con mucha fuerza”.

Este fue el motivo principal de que un buen día recibiera una llamada con una proposición difícil de rechazar. El cubano Yunier Dorticos, doble campeón del mundo, quería que se trasladara a Miami para ayudarle en su preparación al título mundial del peso crucero. No lo dudó mucho. Lo necesario para comprar un billete de avión con destino a Estados Unidos y gestionarse un sitio para dormir, decidido a convertirse en un sparring a tiempo completo de una celebridad de los combates.

“Nos levantábamos a las cinco de la mañana para hacer carrera y por la tarde practicábamos simulacros de pelea”. En realidad, tenían poco de simulacros porque según cuenta en uno de estos entrenamientos le rompieron la nariz.

No fue impedimento para que continuara con su labor de sparring, ya que le habilitaron un protector especial para que pudiera seguir entrenando con Yunier. “La experiencia fue increíble. He ido cinco veces. En una ocasión estuve 2 meses en Miami entrenando antes de que participara en un pelea en Moscú para unificar los títulos mundiales. Me invitó a ir y le fue bien”.

Durante sus estancias en Estados Unidos residía con el entrenador del boxeador cubano, con el que ha llegado a tener una buen amistad después de tantos entrenamientos y golpes mutuos.

Aizkora ha dejado el boxeo profesional mientras prepara unas oposiciones. Lo que no deja es su preparación física. Quién sabe si algún día regresará a los rings de boxeo o seguirá como sparring de campeones.