Eulate - La fiesta del pastor se celebró por octavo año en Eulate. Desde primera hora del domingo, una exposición fotográfica abrió las puertas en la sala del ayuntamiento con instantáneas que recogían momentos del mundo pastoril de esta zona de Urbasa. Fuera, ya desde las 10.30 horas, se escuchaba el pasacalles con la música en vivo además del sonido de los instrumentos de las demostraciones de diversos deportes rurales.

El sol fue saliendo y el buen ambiente fue ocupando las calles de la localidad amescoana a lo largo de la mañana. Especialmente en su plaza, en la trasera del frontón cubierto, un punto emblemático donde se ubicaron diferentes puestos de artesanía, además de otros de pintxos y talos (realizados por el grupo de euskera del Eulate). También los cuatro puestos de perros de pastor, otros tantos de ovejas y cabras además de los cinco stands en los que se pudieron adquirir quesos artesanos locales; prueba de que el pastoreo fue el gran protagonista de la fiesta de otoño en Eulate.

Desde el puesto de información, Marta Pérez de Albéníz y Cristina Ruiz de Larramendi se afanaban en ofrecer a los visitantes todo lo relacionado con Amescoa y los pastores. Diversas publicaciones además de camisetas y pañuelos con la serigrafía del día. “Es una fiesta que cuenta con el apoyo de la junta de Limitaciones y del Ayuntamiento pero que la organizamos los propios pastores”, comentó Cristina. Una fiesta en la que se pudieron ver casi todos los procesos en torno al mundo de la oveja. Javier Sáez de Jauregui fue el responsable de la demostración de esquileo a varios ejemplares de latxas, mientras un grupo de mujeres realizaba las tareas de cardado, peinado e hilado de la lana. Un proceso artesanal que “se está recogiendo con mimo en los últimos años en el valle”, comentó un vecino.

Para Ruiz de Larramendi uno de los momentos más emotivos es el homenaje a los pastores. “Durante años, este homenaje se lo hicimos a los que ya habían fallecido. Pero desde hace tres años lo hacemos a gente que todavía sigue con nosotros” comentó. Este año, los grandes protagonistas del día fueron Nicolás Remiro, de 78 años, y Rufino Pérez de Albéníz, de 75, a quienes se les impuso pañuelo y txapela, además de ser homenajeados al son del txistu y con un aurresku interpretado por una pareja de dantzaris de Ziordia. El acto sacó las lágrimas de Remiro, quien avisaba del peligro de desaparición del mundo del pastor: “Todo va a menos y los jóvenes no quieren quedarse con el ganado”. Por su parte, Rufino vino a Eulate desde el vecino Aranarache y en su homenaje comentó que los secretos del queso arrancan “con el trabajo y con el buen cuidado del ganado”.

La mañana de los pastores en Eulate acabó con una comida popular que puso punto final a una jornada que, cada año en estas fechas del otoño, llena de vida las calles de Eulate.