El milagro de La Bombada en fiestas de Estella se mantiene intacto. Una improvisación popular que arrancó no se sabe muy bien en qué año de la década de los 70 del siglo pasado y que cada año se enciende como la pólvora desde la plaza de San Martín. Algo tiene que ver el cariño que la peña San Andrés le poner preparando el almuerzo y los aperitivos. Ayer con todo la sorpresa la dieron los niños y niñas del aula de gaita de la escuela Julián Romano. Se presentaron acompañados de su profesor Carlos Duñabeita ya que el otro docente de la gaita (Salvador Martínez) falleció hace poco tiempo.

Los participantes vieron como después de varios años sin el acompañamiento de la gaita, desde que dejó de hacerlo Juan Andrés Alonso, la comparsa salía a la calle sin esta dirección musical. “Esta pieza que yo sepa no tiene nombre pero se lleva tocando desde hace más de 40 años”, aseguró Duñabeitia, que se estrenaba en estas lides acompañado de sus pequeños alumnos de gaita y tambor.

Entre los incodicionales no podía faltar el pamplonés Fernando Muneta que lleva más de 20 años participando “es lo que más me gusta junto con las bajadas del Che”.

Foto de la Bombada en fiestas de Estella-Lizarra Javier Arizaleta

También entre los bombistas había gente joven como el trió que formaban Martín Alfaro, Eneko Andueza y Héctor Basterra, “este es nuestro segundo año y estamos encantados. Es una manera distinta de romper la rutina de fiestas y de hacer otras cosas y para animar también el ambiente de la ciudad”, aseguraba Basterra que a sus 20 años piensa seguir participando en el futuro. Poco a poco la procesión de tambores se fue incrementando conforme avanzaba la mañana y donde el calor también hacía mella en los y las participantes. El acto que se puso en marcha sobre las 12 horas continuó su recorrido por toda la ciudad hasta las dos de la tarde.