"El arquitecto de la ciudad". Así coinciden muchos expertos en calificar la figura de Víctor Eusa y su ingente legado en Pamplona. Más de un millar de edificios y otras creaciones conforman la obra de este diseñador pamplonés, nacido en 1894 en la calle Estafeta, y fallecido en 1990, que fue arquitecto municipal entre los años 1937 y 1941, arquitecto de la Diputación, y cuyas obras hablan por sí solas. Sólo en el II Ensanche hay decenas de ellas, desde el Seminario, los Maristas, el Colegio de Escolapios, el convento de María Inmaculada (junto a la plaza de toros), la Casa de Misericordia, el edificio de la Vasco Navarra... Pero si uno levanta la cabeza descubrirá (porque las obras de Eusa tienen un aire inconfundible) decenas de edificios de viviendas, anónimos y casi desconocidos para el público, diseñados por él. Varios ejemplos: la Jaula Dorada, un edificio de viviendas en la plaza Príncipe de Viana (encima de Purroy), Casa Uranga (en la calle San Ignacio), y, muy cerca, el Edificio Aurora, el chalet Goicoechea (entre las calles Bergamín y Roncesvalles), el edificio del antiguo cine Avenida..., y además, en García Castañón, el edificio del Bar Bahía, y otros dos más. Para el arquitecto Fernando Tabuenca, éstos "denotan la presencia de su sello inconfundible gracias a la maestría en el uso del hormigón y el ladrillo rojo". No acaban ahí las sorpresas, porque Eusa fue el diseñador de los jardines de la Taconera y de los de la Media Luna. El Colegio de Arquitectos Vasco Navarro realizó el jueves, en el Día de la Arquitectura, una jornada didáctica abierta a los ciudadanos para dar a conocer la obra de Eusa en la ciudad, coincidiendo además con el vigésimo aniversario de su muerte. Cuatro arquitectos, Alberto Ustárroz, Manuel Íñiguez, Fernando Tabuenca y Andrés Caballero, fueron los encargados de hacer de cicerones en los distintos recorridos por la ciudad, en los que se pudieron conocer rincones casi desconocidos de la obra de Eusa, como por ejemplo, que la guardería del Casco Viejo fue proyectada por él, o que detrás de los muros del edificio del Retiro del Buen Pastor, (frente al Arzobispado) hay unos increíbles jardines que casi nadie conoce, obra de Eusa. Andrés Caballero destacó de su obra religiosa que "mientras que sus salones de actos son siempre ciegos (sin luz natural), todas sus capillas cuentan con luz natural (muchas veces a través de focos cenitales), con el ánimo de reivindicar los símbolos religiosos por encima de la función laica de sus edificios". lo más desconocido El Casino Eslava, el Portal Nuevo y parte de La Perla Detrás de la rotundidad inconfundible de su ladrillo rojo en obras tan emblemáticas de Eusa como el Seminario de la avenida Baja Navarra, o la iglesia de Los Paúles, en la avenida de Zaragoza, hay una parte de la obra de este arquitecto menos conocida, pero no por ello menos apasionante. En la plaza del Castillo, por ejemplo, Eusa fue autor en 1932 de la reforma del hotel La Perla (el cartel que hoy se conserva fue diseño suyo), y del Casino Eslava, de 1931, considerada una de sus obras más "modernas". Destaca en su fachada la chapa de cobre con remaches, y si uno se adentra en su interior descubrirá la maravillosa escalera y su barandilla, en forja negra. Porque Eusa era tan polivalente, que diseñaba sus interiores, sus muebles, y hasta sus pavimentos. Otro ejemplo: en la Casa de Misericordia, se conserva la colosal mesa ideada por él, así como sus baldosas, y en el Retiro Sacerdotal hay un reloj de pared, un armario y otros elementos de madera salidos de sus manos: Según recuerda el arquitecto Alberto Ustárroz, contaba con sus propios artesanos, entre ellos el ebanista Ezcurdia. "Fue, salvando las distancias, tan completo como Gaudí, porque consideraba la arquitectura una obra de arte total", precisa Tabuenca, quien recuerda que el Gran Kursaal, en San Sebastián, fue "su primera obra, en 1921, recién acabada la carrera". Fue demolido en 1973, y sustituido por el actual, de Moneo. Y aún hay más curiosidades. En los años 50 Eusa proyectó el portal Nuevo, que sustituyó al viejo puente de hierro de los años 20, y permitió la conexión de la muralla, en una ejemplo de "arquitectura que habla, que habla y expresa lo qué es, porque ésta dice que es una puerta en una muralla", opina el arquitecto Manuel Íñiguez. El arquitecto pamplonés tuvo una prolífica vida profesional, y entre sus últimas obras, en los años 70, se encuentran varias oficinas bancarias, realizadas por encargo de Caja Navarra. "Ya jubilado, Eusa seguía diseñando, y hasta proyecto cómo podría ser el mausoleo del hijo de Onassis. Obviamente, nunca se hizo", recuerda Tabuenca.