Fernando López Sánchez regenta desde 2008 la pescadería Cipriano, en el mismo local de la calle San Nicolás donde su abuelo abrió el negocio en los convulsos años 30 del siglo pasado, poco antes del estallido de la Guerra Civil. Desde entonces han pasado por ahí tres generaciones de la familia, lo que les convierte en observadores privilegiados de los cambios habidos en la ciudad en estos casi 90 años y de su transformación.

Para afrontar la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, han tenido que introducir algunas modificaciones en el establecimiento, que al dedicarse a la venta de alimentos ha podido abrir con normalidad tras la declaración del estado de alarma, aunque con las restricciones vigentes para el resto de negocios que mantienen la atención al público. "Hay un cartel en la puerta informando de que sólo pueden acceder tres personas al mismo tiempo.

En el suelo hemos instalado unas marcas para que los clientes respeten la distancia de seguridad y hemos separado la zona por la que nos movemos nosotros, ya que al tener dos mostradores, uno de ellos en la calle, íbamos de un lado a otro", destaca. Además de los cambios transitorios introducidos en el local, la rutina del trabajo diario también ha sufrido pequeñas alteraciones, como las protecciones sanitarias que utilizan los 3 dependientes del establecimiento, con guantes y mascarillas de forma permanente. "Estamos teniendo dificultades para adquirir material higiénico, como guantes, pero por lo demás lo vivimos con normalidad dentro de la excepcionalidad de esta situación".

Los primeros efectos relevantes de la crisis comenzaron a ser evidentes al final de la semana pasada, sobre todo el jueves, el viernes y el sábado, cuando se produjo un incremento de clientes, pero más aún de la cantidad de pescado que se llevaban a casa. "No hemos tenido casos de histeria ni de gente comprando de forma exagerada, pero sí detectamos que la clientela se llevaba más producto. Personas que habitualmente se pueden dejar 50 euros, esos días se gastaron 150 ó 200 euros. Vendimos entre 3 y 4 veces más.

Sobre todo merluza, trucha o salmón". Pescado fresco y de primera calidad para mantenerse con "buena salud" en tiempos de pandemia. Fernando López no ha tenido problemas con el abastecimiento de pescado, en su mayoría procedente de las lonjas cantábricas de Ondarroa, Pasajes o Vigo, aunque también recibe mercancía de los puertos nórdicos. La clientela sigue siendo la misma, pero sí ha notado un descenso de consumidores habituales que residen en otros barrios, que iban a comprar a Pescados Cipriano aprovechando que se acercaban al centro. "Tenemos clientes que no pueden venir por las restricciones de movimientos, pero sigue viniendo gente de los pueblos que no tienen cerca una pescadería.

Nuestra clientela sobre todo es del barrio, pero aquí viene gente de todos los sitios". Anteayer ya notó un incremento importante de clientes, tal y como sucedió la semana pasada, pero intuye que la semana próxima será mayor porque las existencias de las familias se van a ir agotando en estos días y ya se está preparando. Una de las razones de que siga existiendo pese a la proliferación de las grandes superficies es su cercanía y apego a las personas, lo que en estos días también se ha transformado en solidaridad. "Varias personas mayores nos han pedido que les llevemos el pescado a casa ante su imposibilidad de salir a la calle. Han sido tres o cuatro casos y por supuesto que les atendemos aunque no tengamos un servicio de atención a domicilio".