el castizo y conocidísimo puente de la Magdalena era el principal y más frecuentado punto de comunicación entre las dos orillas del río Arga, en esta zona de Iruñea. Situado a la altura del barrio de la Magdalena, de donde recibió su nombre, el antiquísimo puente era frecuentado sobre todo por peregrinos jacobeos que llegaban a Pamplona desde el Pirineo, por hortelanos que iban y venían con sus productos a los puntos de venta de la ciudad, por sufridas lavanderas, que transitaban cargadas siempre como mulas, y por paseantes que recorrían la orilla del Arga para aprovechar su sombra, su frescura y el sonido relajante del agua. La fotografía, obtenida en un día nublado, muestra en acelerada perspectiva el intradós de uno de los arcos del puente, en toda su anchura. Al fondo alcanzamos a ver el convento de las Josefinas, así como las primeras casas del barrio de la Magdalena.

mirando con atención las dos fotografías, podemos comprobar que la mayor diferencia entre ambas es la desaparición del paso peatonal volado sobre el río, que fue acertadamente eliminado en 1963. También podemos apreciar que la vegetación de la zona ha proliferado hasta el punto de ocultarnos las edificaciones de la otra orilla del río. Por lo demás, y viendo la enorme similitud de ambas fotos, le viene a uno a la cabeza el antiquísimo Cantar de Beotibar, el poema medieval vasco que comienza diciendo "...mila urte igarota, ura bere bidean...", es decir "pasados mil años, el agua sigue su curso..." Y es que eso es algo que sabe muy bien el viejo puente de la Magdalena pamplonesa. La semana que viene nos moveremos hacia la izquierda un centenar de metros, y adelantaremos el reloj trece años, hasta 1963, para ver las obras llevadas a cabo aquel año en este antiguo puente.