El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos ha dictaminado que la presencia de símbolos religiosos en las escuelas públicas vulnera la libertad religiosa de los alumnos. No puedo estar más de acuerdo con la sentencia, ya que en un Estado democrático, plural y aconfesional, la religión no tiene cabida. El Vaticano, como era de esperar, ha clamado al cielo y es que aún no han oído hablar de la división entre Estado e Iglesia y rechazan que las creencias religiosas deban pertenecer a la esfera privada. Que cada uno practique la religión que desee pero que no nos impongan su pensamiento o sus símbolos, que el ámbito público que nos pertenece a todos los ciudadanos, ya seamos cristianos, judíos, musulmanes, budistas o ateos.
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