Rosa Ramos Torio lleva más de tres décadas ejerciendo como psicóloga clínica, más que suficientes para darse cuenta de que nos estamos dirigiendo hacia una sociedad en la que cada vez es más difícil mantener en equilibrio la salud mental. La pandemia, las crisis, las migraciones o los cuidados, unidos a estresores vitales como la presión por conseguir el éxito personal, están haciendo que una parte importante de la población viva bajo la sombra de la ansiedad o la depresión.
Sobre esto y otras muchas cuestiones van a reflexionar unos 800 profesionales en la VII Convención del Consejo General de la Psicología, que se celebra este viernes y sábado en Pamplona. Según detalla Ramos, quien también es decana del Colegio de Psicología de Navarra, se trata de un encuentro que se lleva a cabo cada dos años para poner en común “los nuevos retos a los que se enfrenta la profesión y qué actuaciones vemos necesarias tanto en las administraciones como fuera de ellas”.
¿Cómo valora la salud mental de la población en este momento?
Es verdad que después de una situación emergente como lo fue la pandemia siempre hay un pico importante de desajustes relacionados con la salud mental, aunque luego se suele dar un descenso. Pero la realidad es que ha habido un incremento significativo de la demanda, no por trastornos mentales complejos, sino por situaciones de ansiedad, sintomatología de depresión moderada, trastornos de sueño etc.
¿Cuáles son los principales motivos por los que una persona va al psicólogo?
En las consultas, los psicólogos y psicólogas del ámbito clínico vemos una amplia variedad de problemas, desde problemas en relaciones interpersonales, en estilo de vida etc., pero la verdad es que la depresión y la ansiedad son las que tienen una demanda más alta.
Ha crecido mucho el consumo de ansiolíticos en los últimos años para tratar estos trastornos. ¿Sería bueno desmedicalizar un poco la salud mental?
Desde luego un problema importante es que la intervención psicoterapéutica, que es lo que las guías internacionales recomiendan en primer lugar, se combina con psicofármacos y es algo que debe disminuir por todos los efectos secundarios que conlleva, como el uso indiscriminado a largo plazo. España es el tercer país de Europa con mayor consumo de psicofármacos: benzodiacepinas, relajantes, hipnóticos, antidepresivos, etc. El problema es que cuando una persona se siente con un desajuste emocional importante la primera ayuda la busca con el médico de Atención Primaria, que muchas veces no tienen ni tiempo ni las condiciones para poder atender estos casos, entonces se da un alto nivel de prescripción de psicofármacos como una medida temprana para paliar la sintomatología.
¿En qué momento sería bueno pedir ayuda?
Normalmente, cuando una persona tiene un desajuste personal, emocional, por ansiedad o por algo que es puntual, al cabo de unos días vuelve al equilibrio. Pero a veces son otros factores los que determinan que una persona llegue a un estado en el que no puede abordar sola lo que le está ocurriendo y necesite ayuda de un profesional: pobreza, crisis financieras, enfermedades crónicas, etc. También hay personas que por su situación se ven expuestas a altos niveles de estrés y ansiedad como los migrantes, el colectivo LGTBI o las personas cuidadoras. Estos factores nos informan de que estas personas tienen una situación mantenida en el tiempo y que no tienen los recursos necesarios para darle la vuelta a lo que les está pasando.
Y, por lo que suelen reivindicar, no hay profesionales suficientes para atender toda la demanda, ¿no?
Claro, habría que pensar en aumentar los recursos humanos. En España estamos muy alejados de la media europea de psicólogos: en la UE hay 18 profesionales por cada 100.000 pacientes y en España 5,6. En Navarra, por suerte, la situación es bastante mejor, con 10,3 psicólogos por cada 100.000 habitantes, pero seguimos alejados de lo que deberíamos tener para prestar una buena respuesta asistencial. Necesitamos más especialistas.
¿Qué medidas proponen para paliar esta situación?
Hay poca oferta de psicólogos clínicos que pueden acceder al PIR, este año creo que se convocaron 265 plazas para toda España. Necesitamos un aumento de estas convocatorias para que haya un mayor servicio público asistencial. También hay que darle más importancia a la especialización infanto-juvenil, porque es una atención que no es solo asistencial, también es preventiva: cualquier trabajo que se haga en la infancia y la adolescencia va a prevenir para la edad adulta o para etapas futuras. Luego enNavarra se ha hecho recientemente una importante apuesta por la inclusión de psicólogos en Atención Primaria, que es una manera de empezar la prevención para que no estén los paciente solo con atención farmacológica. Además reduce la hiperfrecuentación a las consultas y los tiempos de espera, por lo que acaba siendo un ahorro en términos económicos. Entonces, sí que hay políticas que se pueden aplicar para crear programas preventivos y acabar atendiendo la mayor demanda posible.
Comenta la especialización infanto-juvenil y es que en los últimos años se ha puesto el foco en la salud mental de la juventud. ¿Cree que se debería trabajar más desde el ámbito educativo?
Yo abogo mucho por programas preventivos en el ámbito educativo. Al final es donde pasan buena parte de su tiempo en épocas muy sensibles de su vida, por lo que un trabajo preventivo y de detección temprana de problemas mayores siempre viene bien y les da herramientas. Por supuesto que la intervención la tienen que hacer profesiones especializados, pero sí que se puede hacer una detección temprana y una prevención a nivel educativo. También los docentes necesitan formación sobre cómo detectar a tiempo situaciones que se les presentan y que a veces no saben cómo abordar. En un estudio que ha presentado UNICEF con la Universidad de Sevilla, cuatro de cada diez adolescentes de entre 13 y 18 años manifiestan haber tenido problemas de salud mental en el ultimo año, pero es que el 36,9% no ha contado a nadie lo que le pasa y el 51,4% no ha pedido ayuda. Es decir, la mayoría de adolescentes no comunican sus problemas, no hablan de ello.
¿Sigue habiendo un tabú con todo lo que rodea a la salud mental?
Llevo más de 35 años trabajando como psicóloga clínica y ahora veo que son los adolescentes los que les dicen a los padres de pedir ayuda. El problema es que cuando eso ocurre es porque el adolescente ya está muy mal y viene con un desajuste importante. A veces también se debe a que ni ellos mismos saben que esos problemas son lo suficientemente importantes como para comunicarlos y pedir ayuda.
¿Cree que el problema de la salud mental puede ir a más? Lo digo por lo que comentaba del aumento de factores como crisis, migraciones o los cuidados...
Yo creo que eso es algo que ya está pasando. Tenemos estresores vitales significativos en muchas partes de la población. Pero más allá de esos grupos de riesgo, en la población general también se dan estos estresores vitales, como el tener éxito constante o el no ajustar las expectativas. Y también se dan a la hora de educar. Vemos adolescentes con trastornos depresivos o de ansiedad que sus padres nos dicen: “Es que es muy perfeccionista, nunca está satisfecho”. Entonces les solemos preguntar: “¿Quién de vosotros es así?”. Al final aprendemos por observación y creo que estamos creando una sociedad en la que un porcentaje muy importante de la población vive bajo esos estresores vitales y, si a eso se le suman factores individuales, es un cóctel muy peligroso a la hora de mantener el equilibrio mental.
Ese ansia perfeccionista tiene mucho que ver con el ámbito profesional, ¿no?
Por supuesto, hay muchas personas adictas al trabajo o personas con estilos de funcionamiento laboral que vemos que están sometidas a un estrés importante por sobrecarga de rol o de trabajo por encima de la capacidad humana. Cuanta más implicación afectiva tiene una persona en su trabajo, más estrés va a tener y si no se pone un límite –ya sea por parte de la empresa o de uno mismo– acaba habiendo un desgaste muy grande. En el ámbito laboral, la segunda causa de baja más frecuente tiene que ver con la salud mental y estamos hablando de bajas bastante largas. Cada vez vemos más ambientes laborales que no son saludables para el trabajador a nivel psicológico y eso tampoco es bueno para el empresario.