El quinto día de este nuevo año 2012, sobre las 10 horas de la mañana, la casa de Curtidores fue pasto de las llamas? y de la desidia del Ayuntamiento pamplonés, de las autoridades de ahora? y de las de antes.
En efecto, no es la primera vez que sucede desde que la familia Abaurrea Aristu abandonó la que venía siendo una de las viviendas más antiguas de la ciudad, allá por el año 2006. Esta vez ha sido el más grave de los cinco incendios que ha sufrido el único edificio que ha logrado sobrevivir en la cuesta de Curtidores, en la ribera del río Arga a su paso por el barrio más antiguo de la capital navarra, Arrotxapea. Parece ser que, al igual que en los casos anteriores, la causa del siniestro ha sido el fuego encendido por las tres personas que la ocupaban, con el objetivo de hacer frente a las bajas temperaturas invernales.
Ciertamente, ya son pocos los rincones rotxapeanos que guardan la historia del barrio y de sus gentes. Cada vez menos. ¿Dónde están Lore Etxea, la Estación del Irati, las fraguas y los talleres de este barrio obrero por excelencia? ¿Dónde las huertas, sustento fundamental para el vecindario desde tiempos inmemorables?
La recién destruida vivienda es la única superviviente del viejo barrio de Curtidores, junto al puente del mismo nombre, lugar de paso obligado desde nuestro barrio hacia el Casco Viejo pamplonés. El declive de la peletería, al que se dedicaban sus artesanos desde la Edad Media, trajo el correspondiente deterioro del propio barrio, hasta su desaparición definitiva en la segunda mitad del siglo XX.
No he podido dejar de pensar en el Palacio Real y el triste recorrido al que se vio abocado tras la Conquista del Reino y la desidia y abandono sufrido, 500 años después, por las autoridades de un pueblo sin autoridad alguna. El Palacio Real (se inició su construcción en el siglo XII) pasó a ser residencia del virrey (representante de la Corona española en tierra conquistada), luego Capitanía y, por último, Gobierno Militar hasta 1971. Desde entonces sufrió durante décadas toda clase de ultrajes: robos, incendios?, consecuencias directas del abandono e irresponsabilidad manifestada por quienes dicen gobernarnos.
Evidentemente, el Palacio de la Casa Real Navarra, hoy Archivo General de Navarra, era un lugar de la memoria incómodo para los herederos de quienes expulsaron del mismo a sus moradores legítimos. Veremos qué pasa con la Casa de Curtidores. Hasta el momento, nada bueno.