levamos casi tres meses de curso escolar y los padres y madres de los niños y niñas de Educación Primaria -nacidos de 2009 a 2014, casi 40.000 criaturas- no tenemos un solo dato oficial que nos aclare si nuestros hijos e hijas se contagian en clase cuando uno de sus compañeros tiene el coronavirus y se le detecta a través de una prueba. Estos estudiantes son los únicos de todo el arco educativo que llevan mascarilla en clase de manera obligatoria y al mismo tiempo tiene que confinarse toda el aula si uno de sus compañeros da positivo. No sabemos si las pruebas posteriores ofrecen una tasa de contagio dentro de los grupos burbuja del 0%, del 1%, del 5% o del 43%. No sabemos nada. Los mandan a casa. He escrito ya varias veces de esto este año, pero es que si al principio el protocolo supongo que era por precaución y luego porque la cosa subía -se analizó y estudió justo en lo peor de la pandemia y según Gimeno "no era el momento"- ahora será porque ya total estamos al lado de los puentes y Navidad encima y ya veremos en enero. Pero no es lo lógico: lo lógico, ya que se les hace pruebas supuestamente a todos, es dar esos datos y actuar de acuerdo a esos datos. Pero, como mínimo, darlos. Porque se tienen o se tienen que tener. Leemos todos los días el número diario de aulas y escolares confinados por casos positivos en sus aulas, los confinados totales que hay, los acumulados -creo que casi ya una tercera parte de los alumnos de Infantil y Primaria han estado 10 días confinados- y todo eso, pero no si se contagian en el aula. Niños, colegios, profesorado y seguro que Educación están haciendo un esfuerzo tremendo y por ahora los datos ahí están: las aulas son seguras. Lo que no entiendo es que se nos siga negando la información que se supone que es la que debería justificar que este tramo de edad sea obligado a este tan estricto y nada fundamentado protocolo.