stos nueve meses de pandemia, desde que el 29 de febrero se decretara el primer caso positivo en Navarra, hasta llegar a los casi 40.000 con los que se afronta la Navidad, han dejado claro la importancia de acertar en las decisiones y medidas que se adoptan para reconducir la situación cuando las cifras se disparan. Y al igual que durante semanas Navarra estuvo señalada como una de las comunidades de mayor incidencia del virus, después de un verano tristemente marcado por las no fiestas, en este momento Navarra ha conseguido revertir la situación. Hace un mes la tasa de incidencia estaba en los 1.187 casos por 100.000 habitantes y al día de ayer esta cifra bajó hasta los 273 por 100.000, un descenso brutal que permite a la comunidad un cierto aire después de meses duros, y que pone de manifiesto el acierto en las decisiones adoptadas por el departamento de Salud a la hora de fijar duras restricciones que han sido claves para doblegar la curva y reducir la presión hospitalaria en más de un 50%, aunque todavía hoy sigue siendo alta, sobre todo en cuanto a pacientes en la UCI. Medidas duras las que se aplican en Navarra, justificadas por la situación sanitaria, que han contado con el respaldo social de la población para entre todos y todas frenar la expansión del virus. Cualquier medida solo es eficaz si se cumple. De ahí que el reto ahora que las cifras se han reducido, que los contagios están algunos días por debajo de los 100 casos, números similares a los de agosto, es no bajar la guardia para ser capaces como sociedad de mantenernos en estos niveles o mejores a medida que se flexibilicen las restricciones. El objetivo no es en ningún caso mejorar para volver a empeorar o abrir para volver a cerrar, o al menos no debería serlo. Hay que aprender de los errores del pasado. Las decisiones que se tomen deberán contar con respaldo suficiente para que la sociedad entienda que ese es el camino para avanzar, que entre todos y todas tenemos que mantener el nivel de contagios a raya sin medidas colectivas tan restrictivas. La estrategia que Navarra ha seguido en esta segunda ola ha dado sus frutos, a pesar del coste social. Los altos índices de detección con la apuesta clara por los test PCR y los rastreos, la alta trazabilidad y la protección de los espacios sanitario y sociosanitarios han sido los ejes en los que se han articulado los planes sanitarios para afrontar la pandemia. Y hace nueve meses como ahora, lo esencial sigue siendo mantener la potencia del sistema sanitario con una Atención Primaria fuerte como dique de contención y clave en la estrategia de vacunación que está por llegar.