l 21 de febrero de 2000 se celebró el primer Día Internacional de la Lengua Materna proclamado por la UNESCO. Desde entonces, año tras año se ha celebrado este día con recomendaciones del organismo internacional para que todos los estados miembros impulsen políticas a favor de la diversidad lingüística, en defensa de las lenguas minoritarias y de la formación plurilingüe.

En la historia de la educación, el interés por la enseñanza de la lengua materna o familiar es relativamente reciente. Hasta el siglo XIX, en que se estableció el sistema de escolarización obligatoria, la educación sólo era accesible para las élites y las lenguas de cultura apenas coincidían con la lengua materna o familiar; en el mundo occidental el latín era la lengua de cultura por excelencia. Sin embargo, una vez que los estados se hacen cargo de la educación, la escuela constituye el agente principal para impulsar la enseñanza de las lenguas oficiales, sean éstas maternas o no, para asegurar entre otras cosas una uniformización de sus estudiantes.

La proclamación de la UNESCO de 1954 a favor de la enseñanza de las lenguas vernáculas, que así se llamaban entonces a las que no eran oficiales, así como las teorías psicológicas y pedagógicas del primer tercio del siglo XX centradas en el niño, sirvieron como argumentos básicos para impulsar iniciativas, aunque de manera restringida, a favor de la enseñanza de lenguas maternas no oficiales. Fundamentalmente tras la Segunda Guerra Mundial, y con el impulso de la enseñanza de segundas lenguas, los programas bilingües empezaron a ser considerados como alternativas educativas de interés. Tanto los organismos internacionales como las comunidades lingüísticas minorizadas o sin estado fueron realizando experiencias educativas innovadoras para asegurar el aprendizaje de al menos dos lenguas, de manera que los escolares pudieran participar de las lenguas y culturas mayoritarias al tiempo que mantenían y desarrollaban su propia lengua e identidad cultural. Este es el papel que jugaron las ikastolas desde su creación como alternativa educativa innovadora para el aprendizaje, desarrollo y mantenimiento del euskera en nuestro entorno.

Hoy constatamos que muchas escuelas internacionales, y también los sistemas bilingües de las comunidades autónomas del Estado español logran resultados académicos iguales o superiores a los que consigue la escuela monolingüe tradicional sin que en ningún caso corra peligro la competencia en la lengua mayoritaria (ejemplo, los estudios PISA en las distintas comunidades autónomas bilingües referentes a lengua castellana). Los datos demuestran, por tanto, que cuanto más se aprenda en la minoritaria hace que también la mayoritaria se aprenda mejor.

La escuela es un factor fundamental para que las lenguas minorizadas puedan sobrevivir y desarrollarse. Es una condición indispensable para generar autoestima a sus hablantes y prestigiar su cultura e identidad. Los hablantes de lenguas mayoritarias en ningún caso sentirán que su lengua es inferior o que no vale la pena usarla, aunque en la escuela les hablen en una lengua que no es la suya. Estos niños saben, por ejemplo, que el profesorado habla también la suya porque son bilingües y nunca tendrán problemas para comunicarse aunque no conozcan suficientemente la lengua vehicular de la escuela. La situación de unos y otros es radicalmente diferente, y es demagógico hablar del derecho a la escuela en lengua materna sin tener en cuenta de qué lengua se trata.

El alumnado de lenguas maternas mayoritarias tiene la suerte de poder desarrollar su lengua en tantos ámbitos (familiares, sociales, los media, las TIC, etcétera) que son los primeros en beneficiarse de la escuela bi/plurilingüe. La situación preponderante de su lengua les permite aprender otras lenguas sin peligro para la propia, tal y como demuestran infinidad de estudios relativos a programas bilingües en todo el mundo.

La mayoría de las lenguas minorizadas del Estado ha mejorado su estatus y su vitalidad. La Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias emitidos para España desde el año 2001 ha destacado la importancia de seguir ofreciendo la cantidad de horas suficientes en lenguas autonómicas para su correcto aprendizaje y desarrollo. Tal como afirma Itziar Idiazabal, Cátedra UNESCO de Patrimonio Lingüístico Mundial de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, los programas educativos que fomentan la formación plurilingüe integrando lenguas minorizadas son, por otro lado, la única alternativa para que la diversidad lingüística sea viable ofreciendo un desarrollo humano sostenible y próspero de manera global. En última instancia, no debemos olvidar que con la pérdida de la diversidad lingüística perdemos todas las personas, pierde toda la humanidad.

Todavía estamos lejos de un orden internacional que proteja la vida y el desarrollo de todas las comunidades humanas, de su personalidad y de su lengua. Los grandes siguen dominando a los pequeños. El desarrollo democrático supone la protección de las minorías. Las democracias avanzadas organizan el poder de manera que no sea posible que las decisiones de la mayoría puedan ser utilizadas contra los derechos de las minorías.

Todas las lenguas son iguales en dignidad, igual que todos los seres humanos son iguales en dignidad. Es cierto que hay lenguas habladas por comunidades demográficamente muy amplias, o que están favorecidas por el estatuto político de sus respectivas comunidades o por su riqueza económica, o que son muy utilizadas por los científicos, o lenguas con literatura escrita y con academias prestigiosas, pero ninguna de estas razones nos permite establecer jerarquías entre las lenguas. Todas podrían tener millones de hablantes, todas podrían ser oficiales, todas podrían convertirse en lenguas científicas.

En nuestro entorno, las ikastolas fueron y siguen siendo un instrumento decisivo para evitar el genocidio lingüístico con el euskera. Su propuesta de construir un mundo que reconoce y se recrea en el pluralismo cultural y lingüístico desde el euskera sigue siendo necesario. Llegó la hora de liberar a todas las lenguas de las acciones y de las omisiones que las convirtieron en minorizadas o en subordinadas. Sigue siendo necesario reparar las injusticias lingüísticas. Proclamemos también que el plurilingüismo es perfectamente normal y muy positivo tanto para el desarrollo psíquico de la persona como para la convivencia.

Las lenguas sirven para vivir y convivir.

El autor es director de la Federación Navarra de Ikastolas

Una vez que los estados se hacen cargo de la educación, la escuela constituye el agente principal para impulsar la enseñanza de las lenguas oficiales

En nuestro entorno las ikastolas fueron, y siguen siendo, un instrumento decisivo para evitar el genocidio lingüístico con el euskera