El ser humano es capaz de cometer los mayores horrores con una ferocidad indescriptible, pero también es capaz de luchar por sus prójimos, lo cual se refleja en innumerables actos de solidaridad. Miles de personas entregan su vida por otros; millones trabajan en silencio por los demás. Somos capaces de construir edificios imponentes y puentes que unen continentes, curar enfermedades, expresar en una pared una belleza asombrosa; es perfectamente posible que un cuadro o una obra musical nos emocione y nos haga llorar; podemos recoger en un poema un mundo y muchas vidas en una novela; podemos, en definitiva, comprender la transcendencia del pensamiento humano que la historia nos ha ido transmitiendo para aprender a vivir. Somos capaces de hacer todo eso. ¿Por qué no dedicar nuestros esfuerzos a crear? Las guerras no tienen por qué repetirse, no es un círculo incesante del que no podemos escapar. El ser humano tiene que ser consciente de sus capacidades y respetar su dignidad. La mentira no debe triunfar. Recordar la verdad de lo sucedido evitará cometer los mismos errores del siglo pasado.