Cuba encara un ciclo de inestabilidad en el que una nueva generación a la que no le basta la retórica patriótica reclama a sus gobernantes soluciones reales. La Cuba del siglo XXI arrastra la impronta de la segunda mitad del siglo XX pese a la transformación brutal del panorama global. En ese sentido, el régimen instaurado por la revolución castrista se queda sin margen de maniobra por su falta de eficiencia. No cabe obviar el impacto que el embargo económico de Estados Unidos ha tenido durante décadas. En este sentido, tampoco se pueden amortizar en el análisis las decisiones que hicieron de la isla una víctima geoestratégica de intereses ajenos en el pasado y amenazan con perpetuarlo.

Durante décadas, la tutela soviética no propicio la industrialización, la modernización ni la capacitación para poner en marcha una economía transformadora de sus materias primas en Cuba. El régimen fue un aliado subsidiado a costa de mantener una estrategia intervencionista de perfil militarista en la región y no una de transformación hacia la suficiencia. La caída del bloque soviético empeoró las cosas por la ausencia de base para afrontar en solitario la necesaria modernización del país. Su envidiable nivel de alfabetización y su sanidad pública no se sostienen sin el respaldo económico de otros y esos otros siguen utilizando a Cuba en favor de sus intereses. Estados Unidos tiene capacidad de dificultar las relaciones comerciales bilaterales y de terceros, pero el principal problema del embargo hoy no es la falta de socios comerciales que pudieran importar y exportar a Cuba sino la incapacidad del régimen de crear un tejido que produzca valor añadido y no solo explote recursos naturales.

Cuba sufre hoy más por sus impagos y la falta de recursos financieros que por el embargo. El aliado tradicional ruso ampara al régimen pero hasta hace cinco años no entró en el club de los 15 países con mayor intercambio comercial con la isla. Por contra, un gigante como China es el segundo; y es un vendedor que amplía la dependencia. El régimen ha sostenido una economía ficticia sobre la base del petróleo venezolano y el marketing que anuncia hasta cuatro proyectos de vacuna contra la covid pero ofrece unos índices de vacunación ínfimos. Esa suma de anacronismos alejan a Cuba de estabilizarse y la erupción social no encuentra proyecto de futuro en el régimen.