sto es muy de madre. Y de padre. Destapar miedos de repente. Miedos que no conocías y que antes de parir no tenían relación contigo. Miedos que al verlos aflorar en las miradas o en la palabras de madres y padres cuando tú ni siquiera habías valorado para ti esa condición te resultaban egoístamente ajenos. Aunque te acercaras a ellos con empatía y a corazón abierto la localización íntima de esos miedos se encontraba lejos de tus coordenadas vitales y en ti funcionaban como una copia barata del miedo, una falsificación, una impostura. No te atenazaban la boca del estómago ni te erizaban el vello de la nuca ni tus papilas detectaban ese sabor metálico y ácido. Lo entendías en un plano intelectual, podías analizarlo e imaginarte en esa situación equiparándolo a miedos que tú hubieses vivido. A nivel emocional eras capaz de sentir cómo podría sacudirte pero no se te clavaba en las vísceras, en los intestinos y en el músculo que bombea la sangre del corazón. Por ejemplo, un hombre ha intentado llevarse de la mano a un niño en un parque en Basauri. Por ejemplo, a Hodei e Ilargi les han diagnosticado la CLN6 de Batten, una enfermedad neurodegenerativa rara a la que se destinan muy pocos recursos, tienen 6 y 3 años y -ahora- una esperanza de vida de unos 10. Si no tienes hijos puedes pensar que este hombre es un hijo de Satán y merece cadena perpetua y esta enfermedad, una auténtica putada. Si los tienes aunque confíes en la vida y en las personas en general y seas razonablemente optimista y creas que no te va a tocar, una serpiente viscosa y helada se deslizará por tu columna vertebral cuando pongas cara a esas posibilidades. Ambas son reales. La Ertzaintza investiga la identidad de ese hombre pelirrojo, de 1,80 metros de altura y unos 40 años. Los comerciantes de Estella están preparando una cesta navideña para ayudar a Joana y Joseba, los padres de Hodei e Ilargi, a financiar una nueva terapia génica en Estados Unidos. Esto también es real.