atalla cultural. Cultura de la batalla. Batalla por la cultura. Dos palabras que de entrada no tienen mucho que ver. Quedaría mejor cultura de la paz, pero eso es otra historia. Hay conceptos sociopolíticos que están de moda a la vista del ascenso de la ultra derecha. Viejos conceptos para nuevas épocas con el potente altavoz comunicativo del ecosistema digital. Los analistas políticos y sociológicos han acuñado hallazgos lingüísticos para ilustrarlo, como el término de neorrancios, aunque la palabra estrella es batalla cultural. Básicamente consiste en provocar una confrontación de base para generar una polarización que favorezca a las tesis de quien la provoca, que gana ya por el mero hecho de que se genere esa polémica. Polémica y confrontación entre "ellos" y "nosotros" porque hablar de debate y mucho menos de consenso o acuerdo es prácticamente imposible cuando las cuestiones se plantean desde una determinada cosmovisión ideológica irreductible, desde el sujeto y no desde el objeto. Aborto, inmigración, brexit, memoria historia, política de género, violencia machista.... La serie de asuntos sobre los que se han cavado trincheras ideológicas para un fuego cruzado buscando ese cierre de filas y provocando a los contrarios es larga y tampoco nada nueva. La extrema derecha, con sus diferentes marcas y caras, es experta en esto. Pero no hay que perderse en las ramas, hay que ver el bosque. Y la extrema derecha, Vox aquí, no es un fenómeno espontáneo que surge como setas en el caldo del cultivo del descontento social, crisis económica o desafectación política. Son fenómenos impulsados por determinados poderes fácticos, son instrumentos para un fin: cambiar y marcar la agenda política y mediática (con diferentes medios pantalla muy activos y fake news) arrastrando hacia esos ejes al resto de formaciones políticas y abriendo y reabriendo temas que parecían superados con un reguero de planteamientos xenófobos, machistas, supremacistas....tratando de conectar con lo que segun tratan de decir ellos es lo que "piensa la calle" y la "gente". Y de paso cosechar votos y retroalimentar el circuito. Y ahi esta la segunda trampa, no es que la sociedad demande este tipo de ofertas y discursos sino que se ofertan interesadamente. Y todo ello en un clima casi bélico en cuanto al lenguaje. Se pasa de las batallas culturales a la cultura de la batalla donde la violencia virtual o real, el ataque al rival o al diferente está a la orden el día. Pero creo que no hay mejor remedio que la cultura a secas, sin batallas. Una sociedad culta, informada y formada es la que mejor resiste estos embates.

No hay mejor remedio que la cultura a secas, sin batallas.

Una sociedad culta, informada

y formada es la que mejor

resiste estos embates