e repente nos dimos cuenta que teníamos un alcalde al que gustaba sorprendernos con juegos de magia, amenazarnos con una sorpresa inesperada, anunciarnos buenas nuevas en horas bajas o notificarnos ocurrencias en forma de resolución. Él presume de un pasado pelotari, pero en realidad se ha descubierto que tenemos a un Tamariz. Y es que de repente, vaya usted a saber por qué extraña razón, nuestro alcalde abandonó toda lógica política, como se abandonan los malos libros, y se pasó al universo David Copperfield, ese ilusionista que hizo desaparecer la estatua de la Libertad mediante un juego de espejos, algo que ya había hecho el gran Maurice sin tanta alharaca. Copperfield, como todo buen contrabandista de la realidad, anunciaba con un "lo nunca visto" sus actuaciones. A esa fórmula se está enganchando don Enrique, que a veces creo vive en un ocaso sostenido. Ya lo intuimos cuando anunció, con esa extraña circunspección de sus últimas apariciones, que tenía en mente a la persona que tiraría el chupinazo. Lo tenía pensado, luego le añadió los puntos suspensivos, un poco de misterio a lo Houdini y lo anunció a bombo y platillo: ¡Unzué ! El otro día, quizás para aliviarnos de tanta depresión colectiva, volvió a la carga: "se está trabajando intensamente, a saco" (...) "en un gran evento musical para los próximos sanfermines". Y como este hombre quiere irse por la puerta grande uno sospecha que ese "lo nunca visto" en el Navarra Arena será el conciertazo de "Chicago", la banda preferida del alcalde junto a un musical del gran Alberto Cortez, que también le mola a don Enrique.

Ahora en serio, lo que molaría, por ser de última hora, es que el alcalde aclarara el asunto de los contratos al bufete del hermano de María Caballero. Solo entonces me creería eso de "lo nunca visto". Porque ya vale de tanto gobierno basado en la ocurrencia.