Parecía imposible pensar que de estos tiempos de egoísmo e indiferencia en los que vivimos se pudiese rescatar algo bueno de los jóvenes. Pensamos que nuestra sociedad está llena solamente de adolescentes despreocupados que carecen de ideales y que se precipitan sistemáticamente hacia un abismo de indiferencia. Y es lo que los hechos parecen probar. Pero aún quedan jóvenes con ganas de cambiar el mundo, jóvenes con sus principios y sus metas. Todo esto se ha visto en las Javieradas, donde miles de jóvenes han peregrinado hasta el castillo de Javier, demostrando a la sociedad que no todo está perdido. Es en las carreteras navarras donde, cansados pero sonrientes, se encuentran las generaciones que caminan decididas hacia un nuevo futuro. Esas generaciones que mantienen las tradiciones de sus abuelos y que se esfuerzan por estar a la altura de estos. Además, disfrutan con ello, ya que ni las ampollas, ni el dolor de piernas, ni la agotadora conversación del que aprovecha que nadie puede escapar para hablar de Pokemon, puede con ellos.Es fácil comprender que hay algo especial en esa abarrotada explanada cuando se ven las imágenes, pero solo se comprende realmente la esencia de la Javierada cuando se está allí, cubierto de sudor y satisfacción. Los jóvenes navarros han demostrado que les importa ser grandes personas, que tienen fuerza, que van a llevar hasta Javier al que no puede andar por una herida del pie. La frases "venga, que ya casi estamos" o "vamos chicos, nosotros podemos" son las que más se escuchan durante el camino, así como el clásico "venga, que Javier está después de esa curva".Son éstas las que nos enseñan que aún hay esperanza, aún hay fuego y lucha en los corazones de los jóvenes. Algunos hacen la Javierada por religiosidad y otros por reto personal, pero ambos tienen en común la meta, y eso es lo más importante. En estos tiempos en los que todo son malas noticias, es bueno saber que aún hay esperanza, así que gracias a todos los jóvenes navarros por recordárnoslo.Y lo digo yo, que soy joven y he hecho la Javierada.