o, la verdad, un poco culpable por haber pedido calor hace unos días ya me siento, no crean. Porque cuando lo pedí, el 6 de mayo, resulta que estábamos con máximas de 15 grados y medias de 11 y así ya varias semanas y no entraba mayo, no entraba, andaba ahí abril o casi marzo dando por el culo. Claro, no esperas que de repente no sea mayo el que entre sino agosto, porque estamos en agosto desde hace unos días, con temperaturas medias de 21-22 grados estos últimos tres días y previsión de más hasta el fin de semana. Y piensas: ¿no sería posible por una vez que las cosas sigan un curso algo más sano y pasemos de los 15 grados a los 20 y no a los 28 y que cada mes más o menos cumpla su labor, por qué este despiporre? Conste que yo encantando con el calor, ojo. Pero que esté encantado no quita que el cuerpo lo note y que me cueste desplazarme y que arrastre los pies, porque no tenemos hecho el termostato a este cambiazo, ni tampoco estamos en una ciudad preparada para que en mayo sea agosto. Seguimos todos con la rutina de colegios, trabajos, piscinas al aire libre cerradas, etc, etc. A las tardes noches se está bien, eso sí, se está de lujo, están los parques infantiles petados hasta casi las 10. Esto es lo que da miedo aquí. Da miedo que haga agosto en mayo, porque entonces ¿qué va a hacer en julio y agosto, cuando realmente sí que te cunde el calor? Porque recuerdo bastantes tardes del verano pasado con el cierzo entrando a las seis de la tarde y tener que huir de la piscina o de la plaza y, no sé, joder, no toca. Tampoco toca esto ahora, aunque se agradezca mucho la luz y la alegría, pero tocar no toca. Así que para verano y los días venideros no voy a pedir nada, no vaya a ser que nieve o que entre una nube que dure un mes, que ya te puedes creer cualquier cosa. Este finde dejen limpios por favor los ríos. Y Gipuzkoa. Ellos ya nos dejan limpios de setas, ¿no?