a primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia han dejado una abstención histórica -el 52% de los electores no acudieron a las urnas-, en la línea de lo ocurrido también hace solo unas semanas en los comicios presidenciales que mantuvieron a Macron en la presidencia. La apatía y el desinterés de la ciudadanía aumentan de manera continuada, arrastrados por la impotencia del modelo democrático europeo para superar la crisis financiera y económica salvando al mismo tiempo el modelo político y social del Estado de Bienestar. La sociedad civil contempla el agotamiento de un proyecto político asentado en la burocracia y la ineficacia. Este proceso de despolitización social -más aún entre los jóvenes-, supone la pérdida de presencia ciudadana en la política y el auge de las vías populistas y demagógicas de extrema derecha. La democracia necesita alimentarse de la participación ciudadana y las papeletas en las urnas son una parte necesaria. En sentido contrario, la democracia se debilita progresivamente sin la participación ciudadana. En todo caso, también es significativo el éxito de la lista conjunta de la izquierda de Mélenchon que supera a la extrema derecha de Le Pen y empata con las candidaturas de Macron. Un duro golpe político para el Jefe del Estado que puede obligar a una cohabitación si Mélenchon lograra en la segunda vuelta el cargo de Primer Ministro el próximo domingo. Un hecho que no se produce en la política francesa desde los tiempos de Chirac y el socialista Jospin a finales de los 90. No lo tiene fácil, en realidad. Aunque es cierto que el avance de la izquierda rompe la dinámica de minorización a la que le había relegado los últimos años el macronismo, también lo es que Mélenchon necesita consolidar en la segunda vuelta estos buenos resultados si quiere mediatizar realmente la acción política de Macron. Y no lo tiene fácil. Por ejemplo, en las tres circunscripciones de Iparralde los escaños se juegan ahora entre los candidatos de Macron y Mélenchon en una pugna en la que los votos de las candidaturas abertzales, que siguen aumentando votos, pueden ser determinantes. Pero la capacidad de la izquierda de sumar más apoyos el domingo pasa prácticamente solo por movilizar a la abstención. De hecho, Macron, que puede sumar votos de la derecha tradicional cuya lista ha quedado en cuarto lugar, se resiste también a mantener el compromiso de cerrar las puertas al Frente Nacional pidiendo el voto de sus seguidores para los candidatos de la izquierda en aquellas circunscripciones en que compitan contra las listas de Le Pen. Un error. El centrismo de Macron es una pose táctica para encubrir su neoliberalismo derechista. Pero que le puede servir de contención contra Mélenchon y asegurar la mayoría absoluta en la Asamblea que necesita.