El silencio es una fuerza de donde saco las emociones”, aseguraba agradecida la actriz Juliette Binoche al recoger el Premio Donostia en el marco del Zinemaldia. Para ella “sin silencio no hay palabra” y sin palabra no hay vida, ni cine. Bonita e intesa reflexión en una mujer que ha hecho de ello su refugio y su fortaleza, alejada del ruido que demasiadas veces acompaña su trabajo, para hacernos vivir intensas historias en la pantalla. No es la única que reivindica callar para fortalecer las palabras dichas. Pensar antes de hacer. Detenerse antes de saltar. Vivir hacia una misma para luego proyectar lo mejor hacia fuera. Conocerse y darse tiempo y de paso aceptar ese paso del tiempo como una huella más. Es valiente reivindicar el silencio en los tiempos actuales donde todo es ruido y tantas veces repetimos aquello de que “lo que no se nombra no existe”, reclamando saber y estar informados. Y es cierto que hay momentos en los que necesitamos nombrar lo que nos pasa, lo que vemos, lo que sentimos. Pero palabras y silencio van de la mano, como en un pentagrama, para construir el mensaje y facilitar la comunicación, sobre todo de las emociones. Una gran actriz, tan sensible y directa como comprometida, una de las grandes que ha aprendido con el tiempo a vivir en ese silencio amigo y a saber decir que no, con o sin palabras. Bonitos consejos para la vida.