¿Se imaginan que tuviéramos la posibilidad de reclamar una ‘alineación indebida’ para poder revertir la derrota personal provocada por una decisión ajena o enmendar un fracaso propio? Lo digo al hilo de esa reclamación de Osasuna tras perder un partido por 0-9 en el campo y ampararse en un reglamento para convertir la goleada en contra en un 3-0 a su favor, que es la pena impuesta por las leyes del fútbol por el monumental error de alinear a una futbolista sancionada. Pensaba qué pasaría si cualquiera de nosotros pudiera protestar la alineación indebida de un médico al que le señalan sus errores en diagnósticos; de un agente de policía que se extralimita en sus funciones y confunde autoridad con autoritarismo; de un político tránsfuga que da la espalda a quienes le votaron; de un juez (o de varios) que difícilmente serán justos en sus cargos si su elección depende de un partido político; de un periodista que se salta todos los límites para machacar aún más a una víctima; de un alcalde que cambia de argumentos no por convicción o necesidad del vecindario sino porque se aproximan las elecciones… Podría seguir con otros ejemplos que vemos, oímos y escuchamos todos los días. Pero no hay organismo donde presentar, como en el fútbol, un recurso que ponga las cosas en su sitio. Solo nos queda el recurso al pataleo.