El otro día le hice una entrevista a un joven marroquí llamado Redouan que juega en el equipo de fútbol del París 365. Me contó que tiene 25 años y que llegó a Pamplona hace un año y siete meses. En Marruecos vendía fruta y verdura por la calle todo el día. No le gustaba nada esa vida y decidió venirse para aquí, como ya habían hecho muchos de sus amigos y su propio hermano mayor, que ahora está en Bélgica. Juntó, como pudo, los 5.000 euros que le pedían por pasar en patera desde Orán (Argelia) a San José (Almería). Malvivió en Argelia un mes hasta que tuvieron ocasión de embarcar después de cinco intentos fallidos por el mal tiempo. Con suerte llegaron todos vivos.

Un amigo le pagó un billete de autobús a Madrid y de allí se vino a Pamplona. Estuvo dos meses y diez días durmiendo en la calle y en bajeras y alguien le dijo que fuera al París 365 porque allí le darían comida. Y es allí donde además de sustento le ofrecieron entrar en un programa de Cruz Roja gracias al cual consiguió una habitación, clases de castellano, empezar a estudiar fontanería en la Virgen del Camino y después cobrar la renta básica.

Esta semana ha empezado a hacer prácticas en una empresa y en septiembre seguirá con sus estudios de FP. Ahora, además, juega al fútbol en el equipo del París que pusieron en marcha Johan Björkström y Mikel Lizaso y se siente a gusto porque ahí ha conocido a otros chicos como él que ahora son su cuadrilla y su familia.

Me dijo que uno de ellos ha estado un tiempo sin poder jugar porque una rata le mordió en un pie cuando dormía en la calle y que aún no se ha recuperado del todo. Y yo aquí, buscando vuelos baratos y paisajes de ensueño para las vacaciones de Semana Santa…