He desarrollado un afecto fraternal por los perdedores. O por los que no ganan nunca. Gente que, no alcanzado el éxito, tampoco acepta la categoría de vencedor moral, porque la moral no la pierden nunca. Entiendo que igual que unos se preparan para triunfar, otros asumen su papel de derrotados de antemano. Hay estrellas del cine que no han recogido un Oscar y deportistas legendarios que no han pisado el escalón más alto del podio. Algo parecido viene sucediendo con el colectivo Bilaketa de Aoiz, eterno candidato al Premio Príncipe de Viana. No alcanzo a recordar desde cuando, personificado en Salvador Gutiérrez, este dinámico grupo aparece entre los aspirantes al galardón, sin acabar siendo el elegido para protagonizar la regia ceremonia. En esta edición, compite con Dolores Redondo, Vanessa Garde y Aurelio Sagaseta.

Ya sabemos que los promotores de un premio buscan que la popularidad del elegido propicie más eco al evento lejos del ámbito doméstico para hacer una buena promoción. Considero, sin embargo, que la distinción a Bilaketa sería el reconocimiento a todos los grupos que trabajan por la cultura, como en su día debió suceder con Barricada como bandera de la escena musical local. Y si, como me temo, no ocurre así, espero que su candidatura vuelva a llamar a la puerta el próximo año.