En la variopinta fauna de las selvas televisivas, crecen y se desarrollan profesionales del medio que pululan con mayor o menor desacierto a lo largo de los tiempos presentes. El zoológico mediático proporciona animales que nos acompañan a lo largo de las veinticuatro horas desarrollando modos variados de hacer televisión. Presentadores, animadores son elementos necesarios del circo audiovisual de estos tiempos agitados.

En esta variedad de estilos sobresalen las maneras personales de hacer de gentes como Carlos Sobera, el rey de los concursos y las participaciones empáticas de las audiencias millonarias. Este mago de la cercanía comunicativa mantiene en antena durante numerosas temporadas un espacio, mitad entretenimiento, mitad despacho de psicólogo en busca del amor y la felicidad. Sobera maneja a los visitantes de los platós con habilidad, acierto y entrega, y cada pareja de buscadores del amor se desnuda ante las cámaras.

Primeras citas es un programa barato de producción, generoso de consumo y de duración perdurable, ejemplo de mucha rentabilidad y escasa inversión. El presentador asume el papel de director de orquesta mediática, y el personaje ha fagocitado al periodista tradicional. El plató de este programa casi en el prime time de Cuatro, corre el riesgo de apolillarse por falta de modificaciones y elementos nuevos de realización. Mismos personajes, similar dinámica y ritmo narrativo, todo está visto y previsto en la noche de esta cadena generalista. Es el poder mediático, capaz de convertir a un icono televisivo en referencia de esta sociedad de consumo donde no todo es lo que parece y menos en el campo de la tele. Nada es verdad o mentira, todo es igual o es mentira que la imagen que nos persiga.