Hoy amaneceremos con tractores cruzados en las carreteras navarras visibilizando la queja de los agricultores por la situación del campo. Con independencia de que haya nuevas movilizaciones y de la opaca convocatoria de hoy los que los agricultores critican es la competencia desleal de otros mercados extracomunitarios que no están obligados a cumplir los mismos requisitos que los europeos (por ejemplo el uso de fitosanitarios que están prohibidos aquí) y que tiran los precios porque los costes de producción son mucho menores. Tomates, melones o de Marruecos, trigo y avena de Ucrania o naranjas de Sudáfrica son sólo algunos de los ejemplos de productos que no cumplen las normas medioambientales y de calidad (uso de herbicidas, etcétera) que aquí son obligatorias. La UE ha mirado para otro lado a la hora de poner aranceles a estos productos del mismo modo que facilita que las empresas de aquí se vayan a producir fuera para que luego inunden nuestros mercados. La gota que ha colmado el vaso ha sido el pacto entre la UE y Mercosur, sin ratificar precisamente por la presión de los agricultores. Lo de menos -pese a ser un problema importante en la salud y el medioambiente- es que los productos que vienen de fuera sean peores, lo malo es que son mucho más baratos, lo que unido al grave problema de la sequía hace muy difícil la supervivencia en el campo. Un tema que nos atañe como consumidores y que nos obliga a ser cada vez más responsables. El precio de tener naranjas o tomates en cualquier época del año es generar una demanda que el libre mercado satisface.