Antoni Wit, anterior titular de la orquesta, es recibido con una ovación más cariñosa que la habitual de cortesía con la que se recibe al que va a dirigir el concierto. Se le recuerda con cariño. Su vitalidad sigue intacta. Desde su plante en el podio se le ve enérgico, dominador desde su proverbial memoria, que no parece haber mermado con los años. El programa presentado, también, necesita cierta resistencia física, al fin y al cabo son dos sinfonías, además de una obertura. Su forma de abordar las obras la recordamos: tempos más bien ligeros, siempre con un gesto casi nervioso, sonoridad abundante en algunos tramos, y control absoluto. Virtudes que lucieron en la Obertura de Ruy Blas de Mendelssohn, sin duda de lo más interesante de la tarde, porque se escucha muy poco, y tuvo una lectura vitalista, grandiosa, rotunda. Seguía la Primera Sinfonía, también de Mendelssohn, con un comienzo arrollador, sin respiro, de arriba abajo, con abundante sonoridad. Contrasta el segundo movimiento, hay calma para dejar cantar a las maderas y la cuerda hermosas melodías. De nuevo energía para el minueto, tercer movimiento. En el cuarto se lucen el clarinete y la flauta, con la preparación del pizzicato, para terminar con esplendor, tras despejar algunos momentos confusos. La Séptima de Dvorak, cerró el programa, que, a la postre resultó bastante denso. En el primer movimiento, se resalta la sonoridad grande de los fuertes; hay algo de barullo, y, quizás por el tempo, las trompas se escapan un poco. El segundo movimiento es muy hermoso y lírico, se lucen las maderas en el coral. Pero donde Wit despliega toda su energía es en los dos últimos movimientos, máxime en los últimos compases, tan arrebatadores. Se repitieron los aplausos cerrados.
Orquesta Sinfónica de Navarra
Director: Antoni Wit. Programa: Mendelssohn: Obertura de Ruy Blas y Primera Sinfonía. Dvorak: Sinfonía número 7. Concierto de ciclo. Lugar y fecha: Baluarte. 20 de marzo de 2025. Incidencias: Tres cuartos de entrada.
Orquesta Sinfónica de Navarra
Director: Pedro Bartolomé. Programa: Arriaga: Obertura de los Esclavos Felices. Mozart: intermedio de Thamos, rey de Egipto, oberturas de Don Giovanni y de las Bodas. Sinfonía 82 del Oso de Haydn. Ayuntamiento de Barañáin. Lugar y fecha: Auditorio de Barañáin. 26 marzo de 2025. Incidencias: Lleno.
La Sinfónica de Navarra no para. A sus compromisos del ciclo (en Pamplona y otras localidades), en este mes de marzo ha comparecido en el MUN, y en el auditorio de Barañain. Con repertorio clásico y contemporáneo. Me gusta acercarme al concierto que, anualmente, da la orquesta en Barañáin, su sala de ensayos. Es una sala que ofrece buena acústica y un tamaño para disfrutar de la cercanía de una orquesta clásica. Se llena, y hay gente que va a un concierto por primera vez; aplauden entre los movimientos de las sinfonías (hay directores que prefieren aplausos a toses convulsivas), pero hay un gran silencio y se disfruta. En los atriles: Arriaga, Mozart y Haydn. En el podio Pedro Bartolomé, un joven director burgalés que tiene maneras y gestos suaves, y consigue unas versiones muy adecuadas, en tempo y estilo, del clasicismo propuesto.
La obertura de Los Esclavos Felices de Arriaga fue, un poco, de calentamiento; pero la Sinfonía Oso de Haydn fue una maravilla: muy bien planteada, dejando que se luciera la orquesta, con un pulso más bien suelto en el fraseo, y mucha claridad entre las secciones. Aquí el metal sale comedido, y predomina el sonido redondo que viene de la cuerda. Las oberturas de Don Giovanni y de Las Bodas de Fígaro, y el intermedio de Thamos rey de Egipto, de Mozart, también se escucharon con un temple totalmente mozartiano, con tempos ágiles, pero nunca con la sensación de tener prisa. Una velada francamente agradable, con programa ideal (de corto metraje, una hora), para los que asisten por primera vez a un concierto.