En busca de argumentos para defender lo suyo –mantener la jornada máxima de 40 horas semanales que se implantó en 1983, hace ya la friolera de 42 años, en un mundo laboral radicalmente distinto–, a Garamendi, presidente de la CEOE, no se le ocurre otra cosa que decir: “¿Tú crees que Alcaraz trabaja 37 horas y media a la semana? No”. Y se queda tan ancho. Las respuestas económicas ya se las han dado (en concreto, se las han dado hasta en el carné), comenzando por la de que Alcaraz no es un empleado sino un empresario, pero hemos echado de menos alguna respuesta deportiva. Por ejemplo, que un atleta de elite no mete tantas horas como él cree, porque tan importante como el esfuerzo es el descanso; que Alcaraz cobra todas sus horas extras (sí, ésta es a hacer daño); que el murciano es millonario; que se retirará a los 30 o 35 años; y, sobre todo, que ni se le ocurriría jugar en Roland Garros con una raqueta de madera de 1983.