"Tienes dos días para coger lo que necesites de tu casa. Después no podrás entrar porque el Gobierno de Navarra ha declarado la zona insegura". Todos recordaremos siempre qué estábamos haciendo el viernes 8 de febrero de 2013 cuando recibimos aquella llamada de teléfono que nos cambió la vida a ochenta y cinco familias de Lasaitasuna, Yesa.
La ladera en la que se apoyan nuestras viviendas se deslizaba, esa fue la única explicación. Volveréis en dos o tres meses, volveréis para verano, para fin de año? nos dijeron. Fuimos perdiendo la esperanza. La inseguridad, el miedo, la incertidumbre, la desconfianza y la soledad produjeron angustia y pérdida de ilusión que se instalaron en nuestro día a día. Nos pidieron paciencia y la tuvimos. Nos prometieron que iban a frenar el movimiento del monte y a solucionar el problema, pero ha pasado un año y han tenido que reconocer que no son capaces. Nada de lo que han hecho ha funcionado.
Ha sido un año de incertidumbre, de inquietud y de preguntas sin respuestas. Asistimos al deterioro de la urbanización y del medio que la rodea, así como a la pérdida total de su valor. Las explicaciones por parte de las administraciones públicas o no llegaban o fueron, como se demostró más adelante, medias verdades. Quisimos saber por qué se había movido el monte: la lluvia, el túnel de la autovía, el famoso paleodeslizamiento? Eso nos dijeron. Pedimos opiniones independientes. Fueron muy diferentes y unánimes: la culpa es de la obra de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).
Repetir "esto no puede estar pasando" es inevitable. Pero la realidad está ahí: un año fuera de casa, viviendas destrozadas y grietas en las calles. Pero, sobre todo, 85 familias desesperadas. Seguiremos luchando y pidiendo responsabilidades y soluciones. Mientras tanto, nos preguntamos cuántos aniversarios más pasarán hasta que acabe esta pesadilla.