Ayer leí una frase de las muchas que me mandó mi amigo Paco y me hizo sonreír: “Llegar a los 50 tiene sus ventajas y sus desventajas. No ves las letras de cerca, ¡pero ves a los idiotas de lejos!”. Y hay tantos y tan importantes que es para preocuparse muy mucho, presidentes de gobierno y obispos incluidos. No obstante, creo que es la época dorada de la persona, y también tranquiliza ver a muchos cincuentones y cincuentonas de buen ver que dirigen con sensatez y conocimiento de lo que hacen y hay que hacer. Hay sólo un problema añadido, y es que la gente corriente tiene la mala costumbre de morirse, y aunque no es una buena hora para morir, también mueren en la flor del tiempo de vivir. Y no me resigno a aceptar la despedida de un ser querido aunque pasen los años. Tampoco de los que admiro: María Callas (mi diva), García Lorca (a este lo mataron antes)?. y un largo etcétera que no diré para no desvelar debilidades, y que enternecen nada más pensar en ellos; y revelarme en crudo contra la vida y sus injusticias flagrantes. Y dirás: “¿Y a mí qué me importan tus dolores?”. Lo cuento porque seguro que habrá alguien como yo que sufre de belleza y del tiempo que pasa. “El problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes llenos de dudas.”, decía Bertrand Russell.