Este coqueto rincón del casco antiguo pamplonés es sobradamente conocido por la ciudadanía. Limita su borde oeste y es la entrada al hermoso parque de Taconera. Encierra en su interior muchas pequeñas historias, como la del árbol al que le llaman de San José, -un castaño de Indias-, que echa sus primeras hojas antes que cualquiera de sus hermanos y es referencia de la llegada de la primavera a Iruñea.

Mientras los jardines adyacentes están perfectamente cuidados y mantenidos, presentando un magnífico aspecto durante todo el año, el citado bosquecillo muestra un semblante descuidado, lamentable, cubierto de grava y con bastante suciedad. No invita de ningún modo a pasear ni a sentarse en alguno de sus bancos. Para que su interior resultara atractivo y acogedor necesitaría unos pequeños arreglos que le devolvieran un aspecto sugestivo. Un arreglo sencillo y de muy pequeño costo consistiría en retirar con una cuadrilla de empleados municipales la grava y sustituirla por sustrato vegetal para sembrar el césped correspondiente. Se podría completar con bancos similares a los instalados en Taconera para que los paseantes tuvieran más seductora su estancia. De ese modo adquiriría este pequeño txoko el bello aspecto que tienen rincones aledaños como Antoniutti.