La fotógrafa Virginia Barinaga expone estos días algunas de sus fotografías en el bar Jumai de Burlada. Presenta una obra sin investiduras, al desnudo y todo al desnudo. Creo que acierta y provoca una reflexión. Resulta acongojante cómo vamos acumulando corazas, mecanismos de defensa, armaduras... y todo ello para “protegernos” de no se sabe exactamente qué.
En un intento desesperado por protegernos del mundo, nos alejamos de nosotros mismos, de lo que somos en verdad y, por tanto, nos alejamos de los demás. Cada careta, cada máscara que nos ponemos, nos impide vernos, nos impide sentir lo que somos y una persona que no se reconoce a sí misma es imposible que reconozca a los demás. Así no es posible interactuar, querer o amar.
Al desnudo y sólo al desnudo se interactúa con autenticidad y sólo la autenticidad lleva a la felicidad.