Un solo trozo de papel puede hacer que marque la diferencia entre poder coger un avión o no, un tren o no, o lo que es peor, la diferencia entre coger un barco y una patera... la vida o la muerte. Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) a 18 de junio de 2018, este año han muerto 3.116 personas en el Mediterráneo tratando de llegar a costas europeas. Datos que van y que vienen, que los leemos pero no nos damos cuenta realmente de lo que suponen. Por un momento cierra los ojos y piensa que estás en el mar, en una lancha de plástico y sin poder moverte. Así es como se sienten cientos de personas que intentan cruzar el Mediterráneo cada día.
Pero no sólo en el mar ocurren tragedias, también muere gente intentando cruzar fronteras, como las que hay entre Serbia y Croacia o Bosnia y Croacia. Que no aparezca en los medios no significa que no las haya... quizá deberíamos replantearnos el sistema de política de migraciones en vez de darles la espalda y violar los derechos humanos continuamente. Y viendo que los gobiernos europeos continúan implementando métodos y estrategias que marginalizan, estigmatizan y denigran a miles de personas, tal vez es hora de movilizarse y no quedarse quieto ante tanta injusticia. Igual hay que recordar que, según el primer artículo de la de la Declaración Universal de Derechos Humanos, “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.