Para algunos navarros es curioso y preocupante a la vez que las viejas, respetables y, hasta ahora, imprescindibles instituciones navarras como son los concejos, después de haber demostrado durante tantos siglos su utilidad y buen funcionamiento, estén desapareciendo o a punto de hacerlo, absorbidos por sus respectivos ayuntamientos.

Se puede entender que, ante circunstancias extremas, esto pueda y deba ocurrir; sin embargo, pensamos que el Gobierno de Navarra, antes de tomar decisiones de semejante calado como son las extinciones de concejos, aparte de oír a todos (que no son muchos) sus habitantes, tendrían que pensárselo dos veces por lo menos.

Nos explicamos : No hay organización más representativa de la democracia directa municipal que los concejos. Son sus propios vecinos los que directamente deciden sobre su gobierno, que es el gobierno de todos para todos. Es lógico y normal que así sea, pues ellos son los más cercanos y los más indicados por conocer en profundidad y extensión tanto todas las necesidades como todos los problemas y para plantear las soluciones más eficaces.

Por mucho que se empeñen los políticos y los grandes gestores, aunque desaparezcan los concejos, los asentamientos vecinales no desaparecerán: continuará habiendo hombres y mujeres, niños y niñas que habiten sus viejas o nuevas casas, que cultiven sus huerticas (esos trozos de tierra que se riegan con adrenalina), que entierren a sus difuntos y que cuiden las sepulturas de sus antepasados. Se las arreglarán como sea para ofrecer a sus familiares y a sus amigos un lugar de reposo tranquilo en los momentos difíciles desde donde observar el cielo estrellado y el silencio de los atardeceres consumiendo alimento ecológico, respirando aire puro... Y todo eso merece la pena que no desaparezca.

Además, a algunos de los habitantes de concejos absorbidos por ayuntamientos les hemos preguntado sobre su grado de satisfacción con la gestión de los absorbentes y la respuesta no ha podido ser más elocuente: “Mal no, lo siguiente”.

Claro que seguirá habiendo supuestos fraudes de Ley: como por ejemplo cuando los terratenientes contraten mano de obra de otras comunidades para recoger productos agrícolas y los empadronen durante unos meses en el concejo que más les convenga, otorgándoles, en su caso, los cargos de presidente y de secretario del concejo. Mientras los contratados estén empadronados en él, serán vecinos de pleno derecho, su asistencia al concejo será legal, y real si al contratante le conviene. Pero lo más sangrantes es que si les piden firmar un papel en el que se solicite a un determinado ayuntamiento la absorción del concejo del municipio en el que residen, sus firmas valen lo mismo que las de los allí nacidos. Después, acabada la campaña, dimiten de todos los cargos y se van sin hacer frente a responsabilidad alguna. Desaparecen. Y si te he visto no me acuerdo. Pero lo firmado por ellos sigue su curso.

Esta situación se ha dado en varios concejos de Navarra. Por ello, sugerimos a nuestro Gobierno que, en las modificaciones legislativas de Administración Municipal anunciadas, se tengan en cuenta estos casos para: a) Impedir legislativamente que este supuesto fraude de ley se pueda producir. b) Impedir legislativamente que los contratados por temporada puedan convertirse, además de laboralmente subordinados de los terratenientes contratantes, en cargos públicos subordinados a ellos, puesto que, además del trabajo, les proporcionan vivienda familiar, con la carga coercitiva que esto supone. c) Proporcionar ayuda, sobre todo de tipo administrativo, a sus concejos, ayuda a la comunicación humana, comunicación electrónica y de cualquier otro tipo, especialmente a los más alejados de la capital.