El viernes 17 de mayo me acerqué al polideportivo de Ardantze para apuntar a mi hijo de 7 años a la ludoteca. Pero primero quise informarme de algunas cosas que considero muy importantes cuando dejo a mi hijo, mi bien más preciado, a cargo de alguien que no sea de mi círculo más cercano. Por este motivo fui al despacho del gerente para hacerle la siguientes preguntas: ¿Quiénes van a ser los monitores de la ludoteca? ¿Cuál será la ratio de niñas/os por monitor?

Mi sorpresa fue máxima cuando, estando abierto el plazo de inscripción, su respuesta fue que no lo sabía. Como es lógico, unos padres y madres responsables no dejan a sus hijos en manos de cualquiera, así que insistí en la importancia de conocer estos datos, pero la respuesta fue que hasta que no termine el periodo de matrícula no puede saberlo. Ante esa contestación, y teniendo que pagar por adelantado sin posibilidad de recuperar el dinero, le manifesté mi descontento por no tener estos aspectos organizados. En ese momento, el gerente de la instalación me invitó, de forma poco cortés, a marcharme del despacho alegando que tenía mucho trabajo. (Creo que una de sus funciones es atender a los usuarios de la instalación). Le dije que no me parecía adecuada la forma de tratarme y me contestó que ya conocía el tipo de persona que soy y lo que buscaba (a lo que tengo que decir que es la primera vez que mantengo una conversación con este señor). Muy ofendida, le comuniqué mi intención de poner una queja formal en el Ayuntamiento de Ayegui por el trato recibido y su contestación fue: “por mí, como si se la mandas al Papa”. Entonces pedí una hoja de reclamaciones y salió a hablar de nuevo conmigo cambiando radicalmente el tono de voz y sus formas delante de la recepcionista, al tiempo que tergiversaba la conversación que habíamos mantenido en su despacho.

Creo que el gerente de una instalación debe ser capaz de afrontar las desavenencias que pueda tener con los usuarios de una forma educada y respetuosa, cosa que no ocurrió en el despacho de este señor. Es normal que las familias nos preocupemos y queramos saber con quiénes dejamos a nuestros hijos e hijas y en qué condiciones, y que antes de pagar un servicio se nos informe de ello de forma adecuada.