Si alguno de ustedes ha estudiado química en el colegio, seguro que recuerdan aquello de la tabla periódica, una clasificación de los elementos químicos ordenaditos en columnas por su número atómico y sus propiedades. A algunos nos costaba un poco aprender esa tabla, y nos atascábamos por no entender los misterios que encerraba. Pues resulta que ahora, hace exactamente 150 años que un químico ruso, Dmitri Mendeléyev, publicó su libro, Principios de la química, en el que desarrollaba la teoría de dicha tabla. El ruso era un genio, y según dicen los historiadores, uno de sus mayores rasgos físicos era su enorme barba la cual solo se afeitaba una vez al año.

El pasado mes de mayo se inauguró en Pamplona, en la plaza Baluarte, la que probablemente es la tabla periódica más pesada del mundo: 118 bloques de hormigón que representan a cada uno de los elementos químicos de los que está constituido el universo. Así, Pamplona se ha sumado a las decenas de ciudades de todo el mundo que celebran el Año Internacional de la Tabla Periódica, pero de una forma muy a la navarra, con una estructura de un peso total de unas 35 toneladas.

La genialidad de Mendeléyev estuvo en ordenar los elementos según su masa atómica, situando en una misma columna los que tuvieran algo en común. Al ordenarlos se atrevió a dejar huecos en la tabla porque estaba convencido de la existencia de elementos químicos desconocidos. Publicó su tabla periódica con todos los elementos conocidos hasta ese momento y predijo varios de los nuevos elementos que se descubrieron años después. Pero lo que Mendeléyev no sospechaba es que algunos elementos pueden llegar a ser tóxicos e indeseables. Desgraciadamente, este fin de semana la tabla periódica ha sufrido del vandalismo nocturno y algunos elementos se han dedicado a remover los pesados cubos y arrancar las tapas y chapas informativas, para luego tirarlas por la Ciudadela en una alarde de civismo. Solo unos elementos tan zoquetes como un bloque de cemento pueden encontrar diversión en un acto así.

La tabla periódica navarra quiere ser un punto de encuentro de las actividades de comunicación y difusión de la cultura científica en nuestra ciudad. Los que nos dedicamos a la ciencia y a su divulgación estamos convencidos del valor que tiene llenar las plazas, calles y parques de cultura científica, de poner en valor la ciencia al servicio de la naturaleza y del ser humano. El conocimiento científico es también cultura y contribuye a hacer una sociedad más culta, más crítica y más libre. Algo muy necesario para algunos elementos tóxicos.

Los autores son: Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona; Joaquín Sevilla, responsable de Divulgación del Conocimiento de la Universidad Pública de Navarra; e Ignacio López-Goñi, director del Museo de Ciencias Universidad de Navarra