En el Génesis Dios decide destruir ambas ciudades asirias “por la maldad de sus habitantes”. Pero Abraham implora misericordia y le pregunta si las destruirá si hubiera 10 justos. Se apiadó de su siervo y responde que en ese caso les perdonaría y no las destruiría. Las arrasó porque no había ni uno solo justo. Este relato sería de aplicación en el proceso de renovación de los cargos principales en la UE. Según la experiencia cabría cuestionar si es que no hay ni un solo político en la UE digno de acceder a estos cargos de relevancia con currículums limpios. Veamos: Frau Ursula Von der Leyen, nominada para presidir la Comisión Europea, hasta ahora ministra de Defensa de Alemania, está acusada de plagiar su tesis doctoral. Parece ser que están de moda los doctorados logrados copiando. La hasta ahora directora del FMI, Christine Lagarde, organismo que no se ha distinguido precisamente por la honestidad de quien lo ha dirigido, será designada presidenta del BCE. Fue condenada por subvencionar ilegalmente a su amigo Bernard Tapies con 400 millones de € de fondos públicos. No cumplió ninguna pena en “consideración a la relevancia de su cargo“. O sea, corrupción legalizada. Pero el orgullo como españoles es el nombramiento de Pep Borrell, jefe de la diplomacia europea. Entre sus múltiples hazañas ha sido multado con 40.000 € por prevalerse de información privilegiada para no incurrir en pérdidas en una operación de venta de acciones de Abengoa de la que era consejero.

¿Enviará Dios al arcángel San Miguel con la espada ignea a socarrar la UE y sus instituciones por no existir ni un solo justo?