Mi adicción por la lectura hace que sea fiel seguidor de tus escritos en DIARIO DE NOTICIAS.

El pasado día 13 de julio lo releí hasta cuatro veces. Genial. Lo recorté guardándolo. Una manía. Alguna hay que tener. Ahí donde dice: “... resultó herido de gravedad por el lanzamiento de una botella de cristal... /... el mozo declaró que no iba dirigida a él...”, vínome a la memoria un suceso ocurrido allá por el siglo XII. ¡Vaya! Pensarán los lectores habituales, nos va a contar alguna anécdota histórica. Pues sí.

Se llamaba Temutchin, también conocido como Gengis-Kan. Aunque mi biblioteca sea modesta, tengo su biografía. En una de las batallas más cruentas, no se limitó a mandar a las tropas, él siempre en primera fila, por lo que fue herido por una flecha. La herida era de suma gravedad, había alcanzado su cuello. Los médicos no le dieron esperanza. Hombre acostumbrado a la vida dura en las estepas, para asombro de los galenos, se recuperó. Estando convaleciente, en periodo de recuperación, entró un joven en su tienda postrándose a sus pies: “¡Perdóname, oh, gran-Kan! La flecha que te hirió partió de mi arco”.

El mandatario desenvainó su espada furioso. “Tienes la osadía de venir aquí a decírmelo”. El muchacho con voz entrecortada manifestó: “Sí, gran-Kan. En el fragor de la batalla, cuando la flecha partió, iba destinada al que te atacaba por la espalda, pero te moviste poniéndote en la trayectoria”. Coincidencia, ¿no? Detuvo el arma a escasos centímetros de su garganta. Pensó durante unos instantes. “Alzaos” -dijo-. Por el valor demostrado diciendo la verdad, lo puso al mando de 150 hombres. Le nombró capitán. Curiosidades de la historia.